Bryan Cabezas saluda con el entrenador Pablo Repetto del Independiente del Valle. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Bryan Cabezas lloraba por las noches en la concentración del club Norteamérica, de la Segunda categoría de Guayaquil, los primeros meses del 2010. Extrañaba a su madre, María del Carmen Segura, a su padre, José Alfredo Cabezas, y a su hermano Giancarlos.
Tenía 11 años y cumplía su primera experiencia en un equipo fuera de su natal Quevedo, en la provincia de Los Ríos. Hasta ese club fue por el anhelo de convertirse en futbolista profesional, pero le costaba adaptarse.
Sus compañeros y directivos le veían como un muchacho tranquilo, pero que se sentía fuera de lugar. “Los fines de semana, tras jugar un partido, quería irse pronto a su ciudad”, cuenta Álex Anchundia, quien era directivo del Norteamérica y lo veía de cerca.
Los meses pasaron y Cabezas, ahora de 19 años, forjó amistades hasta que debió pasar al Independiente del Valle (en el 2011), plantel en el que se dio a conocer a escala profesional. El jueves pasado, marcó el gol del Independiente que allanó el camino de la victoria sobre el poderoso Boca Juniors de Argentina, en las semifinales de la Libertadores. Tuvo un duelo personal con el lateral Leonardo Jara, a quien eludió constantemente.
Es un enfrentamiento que se repetirá este jueves cuando los rayados visiten al cuadro xeneize en La Bombonera (19:45), de Buenos Aires, en el juego que definirá a uno de los finalistas de la Copa.
En el plantel del Guayas ya mostraba su velocidad. Se desempeñaba como delantero. Tenía rapidez, pero le faltaba coordinación para trasladar el balón.
En la concentración de Independiente se percataron de esos detalles. El DT Juan Carlos León, a quien conocen como ‘Pechón’ en el club, lo ubicó como lateral. Ahí empezó a mostrar nuevamente su rapidez, algo que también mostraba en su niñez. “Me gustaba ir a practicar atletismo. Pero nada serio. Lo mío siempre era el fútbol”, recuerda el ahora extremo zurdo de 19 años.
En el equipo del Valle jugó de lateral y delantero hasta ser extremo. En esto tuvo que ver Pablo Repetto, quien le aconsejó. En agosto del año pasado, el DT le notó distraído por los rumores de que supuestamente tenía más años de los que registraba en su cédula.
Repetto tranquilizó al quevedeño y lo consolidó como extremo. El preparador físico Roberto Figueroa le ayudó a que mejorara su coordinación y su fuerza explosiva. Aún así, el extremo -que admira a Neymar y a Antonio Valencia y que se divierte con los ‘go karts’ y el ‘paintball’- dice que debe mejorar mucho.
Suele ir a jugar el ‘paint ball’ con el delantero José Angulo, quien es su amigo y vecino, por las tardes cuando el tiempo se lo permite luego de una práctica.
Él tiene contrato con Independiente hasta el 2018. Pero su reto es eliminar a Boca en La Bombonera y jugar la final de la Libertadores.