Las selecciones de Chile y Brasil durante el partido de hoy, sábado 28 de junio. Brasil pasó a cuartos de final. Foto: AFP
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No pensó en pasarla tan mal Brasil. Los antecedentes de los dos últimos mundiales en que enfrentó a Chile, en octavos de final, apenas sirvieron para lograr la clasificación en la definición por tiros penales (3-2), tras igualar a un tanto por bando en el tiempo regular.
Si en Francia 1998 y en Sudáfrica 2010 los brasileños ganaron casi caminando, ahora el equipo verdeamarillo debió bregar en extremo para no dejarse superar por un pundonoroso equipo chileno.
El encuentro, que se jugó en el estadio Mineirão de Belo Horizonte, lució como uno de los más emotivos que ha tenido el presente Mundial.
La descarga emocional en el Mineirão apenas el chileno Gonzalo Jara estrelló el último penal en un poste fue tremenda, dentro y fuera del campo, con llantos de vencedores y vencidos, protagonistas de un partido imposible de olvidar para todos, incluido para el dignísimo Chile, que en el tiempo suplementario vio cómo un tiro de Mauricio Pinilla estrelló en el travesaño.
Eso sí, el Brasil de Luiz Felipe Scolari sigue falto de fútbol y sufrió un desgaste que puede ser decisivo para su batalla de cuartos de final, el viernes próximo, en Fortaleza.
En el tiempo reglamentario, Brasil se adelantó con el gol de David Luiz (18’). A esa altura se esperaba la arremetida del dueño de casa, que finalmente no llegó. Por el contrario, Alexis Sánchez (32’), respondió con el empate. Las acciones se igualaron y, de hecho, Chile alcanzó a sacar la cabeza, futbolísticamente hablando, por encima del dueño de casa.
Tras las tensiones del tiempo extra, fue el momento de definir el encuentro desde el punto penal. El arbitraje del inglés Howard Webb fue garantía para el espectáculo. El juez mantuvo su línea de priorizar el juego por encima de los detalles reglamentarios.
Ya en la definición, marcaron por Brasil David Luiz, Marcelo y Neymar. Fallaron Willian y Hulk. Por Chile, Aranguiz y Díaz lograron convertir, mientras que erraron Pinilla, Sánchez y Jara.
El golero Julio César fue la figura de esta definición. Calló la boca a los críticos por su decisión de jugar en la MLS con el Toronto FC, y dejó claro por qué cuenta con la entera confianza del seleccionador Luiz Felipe Scolari.
“Sé que mi historia en la Selección no acabó”, afirmó con dificultades para hablar a raíz de las lágrimas que le brotaban de emoción en Belo Horizonte.
“Cuatro años atrás di una entrevista muy triste y muy emocionado, ahora la repito, pero con felicidad”, indicó en referencia a la precoz eliminación de Brasil en Sudáfrica 2010, cuando el portero fue apuntado como el gran responsable del fracaso.
Mientras su colega chileno Claudio Bravo, de destacada intervención durante el encuentro, fue el portavoz del “orgullo” que sintió Chile tras haber puesto en jaque a Brasil.
“Debemos irnos con la frente en alto. En este momento se me pasan miles de cosas por la cabeza, pero lo primero es el orgullo que siento por este equipo”, comentó el portero, que en la próxima temporada militará en el Barcelona de España.