Alexander Espinoza, boxeador ecuatoriano. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Un tatuaje de un diamante cubre la parte izquierda de su cuello, cerca de la yugular. Alexander Espinoza lo lleva desde que se lanzó al boxeo profesional, hace siete años.
El expromotor Ramiro Delgado le puso el apodo de ‘El Diamante’ y el imbabureño, que se crió en Quito, se lo tatuó en la piel.
Hoy, con 28 años, su ilusión aún es llegar a ganar un título sudamericano. Lleva 11 peleas como profesional, con nueve victorias, una derrota y un solo empate.
En la ruta por lograr su objetivo, este sábado 9 de febrero de 2019 se enfrenta al norteamericano Ray Bermúdez, en un combate por las 137 libras de los pesos súper ligero, en una cartelera en Tena.
La pelea estelar será entre el ecuatoriano Carlos Góngora y el peruano Jesús Avilés. La velada empezará a las 20:00.
El ‘Diamante’ empezó en el deporte de los puños a los 13 años. En esa época no estudiaba y andaba ‘en malos pasos’. Pasaba en las calles de la Argelia sin ninguna actividad fija.
Su tío Beber Espinoza, exseleccionado y reconocido deportista de artes marciales mixtas, le dijo que dejara ‘las malas mañas’ y lo impulsó a que se probara en el ring.
“Me lograron corregir a tiempo. Mi tío me habló sobre las bondades de este deporte y decidí probarme”. Entre los 13 y 19 años, estuvo con la selección de Pichincha, con los entrenadores Segundo Chango y Manuel ‘La Sombra’ Delgado. También llegó a ser seleccionado nacional.
Fue ocho veces campeón nacional, en la categoría 48 kilos. Entonces, recibía un mensual de USD 150 que, para la época, él consideraba muy bueno. También fue al exterior y peleó por el país en Venezuela, República Dominicana y Puerto Rico. Fue campeón de la Copa del Pacífico.
Su promisoria carrera se interrumpió a los 19 años. “Anduve en malas juntas y me salí. Quise regresar, pero hubo conflictos con la AIBA y no pude”.
Tras su salida, buscó empleos particulares. Fue empleado de una distribuidora de leche. Ahí, un compañero, le dijo que sabía que había sido boxeador.
“Observé un video tuyo y vi que has sido bueno. ¿Por qué no vuelves? Esto no es lo tuyo”, le dijo su compañero.
Fue el impulso que necesitaba para lanzarse al profesionalismo. Se fue a entrenar en el gimnasio de Cotocollao y, a los dos meses, volvió al cuadrilátero. Lo hizo como profesional y derrotó a Paul Hayo, en el Coliseo General Rumiñahui de Quito.
Desde entonces, ya suma los 11 combates. El boxeador, quien tiene un estilo en el que prioriza la técnica, dice que el oficio no genera ingresos suficientes para vivir. Por eso, la semana pasada, levantó un gimnasio en el norte de Quito.
“Será un espacio para cualquier persona que quiera entrenarse. No necesita ser profesional”, expresó el boxeador en el gimnasio, mientras a su alrededor un grupo de personas realizaba adecuaciones en la puerta del lugar.
Espinoza cuenta que en el país, los boxeadores obtienen dinero por round ganado. “Por cada round te dan USD 50. No es como en Estados Unidos, donde un boxeador con buen palmarés llega a ganar hasta USD 12 000 por pelea”.
Su mánager es Daniel Cadena, quien le armó dos peleas más para este año. La próxima será ante Tobías Green, el 23 de febrero. Mientras que el 16 de marzo se medirá al venezolano Luis Araguayán.
La intención es que llegue a disputar un título de la región. El púgil, padre de dos hijos y quien tiene 11 hermanos, sueña con llegar a ese día.