El golero Hernán Galíndez revela sus gustos en música, comida y costumbres.
Sus compañeros lo definen como un jugador alegre y molestoso. ¿Cómo es su relación con ellos?
(Ja, ja) Me llevo bien con todos. Me gusta ser feliz y en la medida de lo posible trato de estar siempre de buen humor. Gracias a Dios vivo de lo que amo y eso me hace feliz.
Pero durante las prácticas siempre se muestra superserio. ¿Por qué?
Me han dicho que tengo cara de malo, pero eso no es cierto. Cuando me entreno me cambia el carácter. No me gusta hacer chistes o desconcentrarme porque puedo generar lesiones. Hay momentos en los que se puede bromear cuando nos entrenamos solo arqueros, pero prefiero estar concentrado.
¿Y esa cara de ‘malo’ le ha traído problemas?
(Ja, ja, ja) Creo que esa cara de malo me ha ayudado en algunas ocasiones. Como me ven serio ya no se acercan.
¿Su novia es celosa?
No. La verdad no. Nos molestan ciertas cosas pero tratamos de respetarnos. Nos conocemos y tratamos de evitar esas cosas que nos incomodan.
¿Tiene admiradoras?
(Ja, ja) No muchas. En Universidad Católica no hay mucha hinchada femenina. En Rosario Central era distinto. Cuando iba con mi novia a algún restaurante prácticamente se metían en la mesa.
¿Y qué hacía su novia cuando eso sucedía?
Miraba y respiraba hasta 10. Aunque eso le molestaba, siempre fue educada. Aparte sabe que esas cosas no me gustan. No tengo problemas con las fotos, pero cuando exceden los límites trato de ubicarles en su puesto.
¿Qué es lo más curioso que le ha pedido una aficionada?
(Se sonroja) Que les firme en la parte delantera de la camiseta. En Buenos Aires es fácil obtener los números de teléfono de los jugadores.
¿Está a gusto en Quito?
Como en casa. Lo único que extraño es la familia: mi hermano mellizo, mi abuela Adela Silva… Obviamente Rosario es mi casa, pero me he adaptado tan bien que me pasó algo extraño cuando estuve allí, en diciembre. Me dio por extrañar Quito. Ahí dije: ya soy quiteño.
¿Y qué es lo que le gusta?
Me encanta el clima. En Argentina, la temperatura llega a los 45 grados. Acá es templado, es fácil salir a entrenar. La gente es cálida y amable.
¿Ya se acostumbró al constante ‘gracias’ y al no ‘sea malito’, típico del ecuatoriano?
Sí y es bonito eso. Ustedes piden de favor todo. En Argentina lamentablemente el respeto importa poco. Argentina ha cambiado mucho en los últimos años.
Dicen que ya se siente quiteño, ¿qué palabras ha aprendido?
He aprendido y he traído algunas que para ustedes significan una cosa y para nosotros otra (risas). Los chicos se me cargaban porque se me escapó un “ya y un venga”. Nosotros no decimos vení, con acento. Pero esas son precisamente las cosas más bonitas que suceden cuando vas a otro país.
¿A qué se dedica su esposa en Quito?
Tiene una capacidad para hacer varias cosas. Aquí estudió nutrición, aprendió maquillaje profesional y ahora está estudiando inglés. Ella habla muy bien, ya casi es profesora. También es modelo. Además cocina rico. Aprendió a hacer encocado, corviches, arroz con mariscos… Comíamos en Argentina, pero allá no hay tanta variedad ni cantidad como aquí ¿Cambió en algo su relación después de casarse?
Ella me molestaba (risas). No mentira. La convivencia es la misma. La verdad es que para estar con la persona que quieres no necesitas papeles. El tema es que ayuda mucho cuando tienes una profesión como la mía.
¿Cuándo llegará el bebé?
(Risas). Quién sabe. Nos gusta ir paso a paso con mi esposa. Estamos comprando nuestra casa en Rosario primero. No nos gustaría traer un bebé al mundo sin tener un techo. Nos da un poco de miedo. Respetamos las decisiones de otras parejas, pero nosotros pensamos así.
¿Qué hace para sacarse el estrés de la semana?
Empecé con un curso básico de inglés. También puedo pasar hasta cinco horas jugando Play Station. El año pasado estudié batería y cuando tengo que tocar me pongo los auriculares y me encierro. También vamos al cine.
¿Cuál fue la última película que vio?
‘Noé’. No me gustan que tengan tantos efectos especiales, pero esa estuvo buena. La última que me encantó fue ’12 años de esclavitud’.
¿Su banda preferida?
Ahora escucho a Los Beatles. Ellos me volaron la cabeza, pero mal. Son increíbles. Cuando una banda me gusta trato de conocer su historia, y me sorprendió cómo cambió John Lennon. Cuando era chico era uno y cuando murió era alguien diferente. También me gusta la banda uruguaya No te va a gustar.
¿Irá al concierto de Paul McCartney entonces?
Ese día no hay partido ni concentración y queremos ir porque a esas personas solo las ves una vez en la vida. Y esta es la oportunidad para estar en ese sitio.
En el camerino de Católica suena la cumbia de Nene Malo ¿le gusta?
Eso no es música. Al único que le gusta eso es al ‘Chula’ (Cristian) González (ja, ja). Puedo escucharla pero no la pondría en mi casa.
Hoja de Vida
Hernán Galíndez
Nació en Rosario el 30 de marzo de 1987. Debutó con el equipo de su ciudad en el 2008.
Juega en Católica desde el 2012. En el 2010 militó en Quilmes.
Hernán conoció a su esposa Carla Miotto cuando tenía 21 años.