Con la camiseta 23 de los Bulls, Michael Jordan logró seis anillos de la NBA. Foto: AFP
El documental de Netflix ‘The Last Dance’ (El último baile) ha puesto nuevamente en escena el prodigio de Michael Jordan, su talento sobrenatural para jugar al baloncesto y su mentalidad hipercompetitiva.
‘Air’ fue el artífice de las glorias del maravilloso equipo de los Chicago Bulls, que dominó la NBA en la década de los noventa consiguiendo dos tricampeonatos, pero fue más que eso. En palabras del expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien aparece en algunos de los 10 capítulos del seriado, Jordan “es un embajador de la cultura afroamericana, un ícono pop que trascendió el deporte”.
El legado de Jordan recobra vitalidad en tiempos de la pandemia. Inicialmente, estaba previsto que el documental se presentase en mediados de junio, pero, como contó su director Jason Nehir a diario El País, de España, la NBA empezó a presionar para que la obra estuviese disponible en el confinamiento: ¿el resultado? una estratosférica audiencia global: 23, 8 millones de hogares fuera de Estados Unidos miraron la historia. En Estados Unidos, la cadena ESPN, que televisó y coprodujo la pieza audiovisual, estimó que el producto llegó a 5,9 millones de casas.
Jordan es una suerte de Rey Midas. Según Forbes, es el deportista más próspero de la historia con un patrimonio que alcanza los USD 2 100 millones. Muy lejos aparece el segundo más acaudalado: el golfista Tiger Woods con ‘apenas’ 800 millones de dólares.
La fortuna de ‘Air’ es la 1001 entre las personas con más riqueza en el mundo. Una fortuna que ha ido amasando en el tiempo y que comenzó a forjarse, según se detalla en The Last Dance, cuando sus padres James y Deloris le dijeron que escuchase una propuesta de Nike para ser su hombre imagen, cuando el mercado de las zapatillas de baloncesto lo manejaba Converse. Era 1984, cuando la mercadotecnia deportiva avanzaba de forma incipiente en el mundo, pero la sociedad entre Nike y la estrella perduró y rompió fronteras: juntos desarrollaron la marca Jordan Brand, que incluyó calzado, ropa y accesorios y que generó USD 3 100 millones en ventas en el 2019.
Jordan Brand viste a los Charlotte Hornets, el equipo de la NBA que es propiedad del astro en un 70%. Pero esta no es su única inversión: tan sagaz como en la cancha, el exdeportista incursionó en mercados tecnológicos, de data deportiva, en los E Sports e incluso en la producción de tequila súper premium. En las entrevistas del documental siempre se lo mira junto a un vaso con Cincoro, el tequila cuya botella cuesta USD 1 600. Además, se lo mira fumando habanos Partagas, cuya caja cuesta USD 400.
Jordan odió perder. Competitivo hasta la médula, siempre se las ingenió para motivarse y no perder la motivación y el hambre de gloria en un deporte en el que se sabía superior. La cuarentena ha puesto a flote nuevamente su historia de éxito. The Last Dance le ha generado una vitrina para seguir en el imaginario colectivo y vender más.