Fichar en el exterior es la nueva meta de Dayana Salcedo

Dayana Salcedo espera que el Torneo Preolímpico de Canadá sea una vitrina

Dayana Salcedo espera que el Torneo Preolímpico de Canadá sea una vitrina

Dayana Salcedo espera que el Torneo Preolímpico de Canadá sea una vitrina. Foto: 

Siempre está de buen humor. Es una de las tres jugadoras que le ponen alegría a la Selección. “Soy un poquito bromista, pero Marjori Caicedo y Liliana Angulo siempre nos sorprenden con algo nuevo”, dice Dayana Salcedo, una de las jugadoras más altas del equipo nacional con su 1,76 m.

Ella es parte de esta generación que ha hecho historia. En dos años la Selección Nacional logró dos éxitos deportivos que, a decir del seleccionador Eduardo Pinto, no los esperaba tan pronto. Ecuador ganó en 2013 la medalla de oro en los Juegos Bolivarianos y en noviembre del 2014 alcanzó el cupo para jugar el Preolímpico.

“Jugar en Canadá nos tiene emocionadas y contentas, porque hicimos un gran trabajo. Ahora ya hemos realizado dos microciclos, el primero fue bastante duro, por la exigencia en la parte física, y en este segundo, combinamos la parte técnica”, detalla.

Siente que el grupo ha crecido no solo en lo deportivo sino también en lo personal. “Nos sentimos más maduras. Hemos conversado mucho sobre lo que hemos vivido y lo que se nos viene. Hemos superado todas las asperezas que había y ahora somos un grupo de amigas, una familia. Comprendimos que es equipo y que si estás en la cancha o en la banca tienes que asumir tu rol, para sacar al equipo adelante”.

Y lo que se viene es el Preolímpico, un torneo al que Ecuador accede por primera ocasión. En la primera fase jugará contra las selecciones de Brasil, Argentina, Venezuela e Islas Vírgenes. Dayana dice que Ecuador puede jugar de igual a igual con las cuatro selecciones. Ya lo ha hecho con los equipos sudamericanos y no le fue nada mal.

“Sabemos del potencial de Brasil y estamos entrenándonos para hacerle un buen partido. A Venezuela le ganamos con más de 20 puntos en los Juegos Bolivarianos; a Argentina estuvimos muy cerca de ganarle. De Islas Vírgenes estamos obteniendo más información. Trabajamos para hacer un buen papel y para que la gente siga confiando en nosotros”.

Las 16 preseleccionadas que hoy trabajan en la Selección tienen esa confianza de lograr un rendimiento importante porque varias de ellas quieren mostrarse para jugar en un equipo del exterior.

“Hace un año tuve una propuesta de jugar en Puerto Rico, pero no fue posible ir. Ahora estoy lista, no quiero dejar el básquetbol sin haber cumplido este sueño. Sé que tengo mucho por dar, solo necesito una oportunidad”.

En los próximos días firmará un contrato con un agente internacional. “Me gustaría ir a EE.UU. o Europa. Lo importante será salir”.

Comenzó a jugar baloncesto cuando cumplió 12 años. Entonces practicaba carreras de velocidad y saltos en el
atletismo. Miró partidos de baloncesto y decidió cambiar de disciplina. “Mi 1,76 m de estatura me ha ayudado mucho. Soy perfecta”, bromea.

“Jugaba en el equipo Club 27 de Otavalo. Un día organizó un partido amistoso con Espe, el entrenador Patricio Ponce miró mi rendimiento y me propuso venir a Quito para jugar y estudiar. Pude lograr mi licenciatura en Actividad Física, Deportes y Recreación. Por eso digo que Espe está en mi corazón, lo amaré toda la vida”.

Recuerda que para su madre Jaela fue algo muy difícil asumir que su hija viniera a Quito, pero luego comprendió que el básquet le abrió puertas para consolidarse en el ámbito profesional. “Hoy está muy orgullosa. Mi hermano Ánderson vendrá a Quito también, a jugar básquetbol”.

Luego pasó a Mavort y hoy está la UTE, “uno de los mejores clubes del país”. Ha jugado dos Ligas Sudamericanas de clubes y este año también estará en el máximo evento a escala de clubes de esta parte del continente.

UTE le permite mantenerse en la élite del baloncesto nacional. Comparte sus obligaciones de basquetbolista con su trabajado de educadora. Dicta clases en el Instituto Libertad y es entrenadora de las selecciones del Colegio Andino.

“Esas semanas con la Selección han sido duras. Levantarse a las 06:30, desayunar y salir a entrenarme. De 10:00 a 13:00 al Instituto, en la tarde al colegio y en noche otra vez a entrenarme. Pero es lo que me gusta. Agradezco a la mi vida por poner el básquet en mi camino”.

Está feliz por compartir sus experiencias con los más pequeños, “es la mejor manera de decir gracias por todo lo que me ha dado el básquet”.

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