El hincha de Aucas se muestra orgulloso de la capacidad que tiene para tolerar el sufrimiento. Ya son ocho años que el ‘Ídolo del Pueblo’ deambula por la Serie B e incluso la Segunda Categoría y la hinchada lo sigue apoyando con el mismo fervor y entrega.
Pero, a veces, según confesaba la semana pasada, el administrador del equipo, Ramiro Gordón, las fuerzas flaquean. “Es mucho tiempo el que estamos fuera de la A. Ya queremos volver adonde merecemos”, decía el dirigente.
Es precisamente, ese anhelo de que el equipo retorne a la A el que convierte al estadio Gonzalo Pozo Ripalda en una olla de presión durante los partidos. Los 7 000 seguidores orientales que acudieron ayer terminaron repudiando la actuación de su equipo, que nunca encontró el camino para vencer al Macará, otro tradicional animador de los torneos ecuatorianos, ahora caído en desgracia en la Serie B.
Al final del juego, los aficionados se arremolinaron en la parte baja de la tribuna para hacer catarsis y descargar toda su furia contra el técnico Juan Ramón Silva y contra el grupo de jugadores, que antes de volver al camerino esperaban que la Policía organizara el cordón de seguridad, para garantizarles su entrada a las duchas.
La pasión desborda la razón. A los hinchas poco les importó que antes de este juego, el equipo hubiera conseguido dos victorias y un empate en el difícil torneo. Estaban en el filo de la tribuna para reclamar más actitud de los jugadores. A Silva le llovían los reclamos por demorar los cambios. El uruguayo, ducho en estas lides, solo veía a la hinchada y masticaba bronca por el revés deportivo.
En el partido, los orientales lo perdieron desde el inicio. A los 2 minutos, el cuadro celeste ambateño, dirigido por Luis Espinel, ya se puso en ventaja y alteró la modificación de los locales. Yanner Corozo se filtró por el sector que defendía Omar Pilatásig, avanzó y remató en el arco de Jerónimo Costa.
La zona izquierda de la defensa del Aucas fue una avenida de libre circulación para el Macará durante todo el partido. Corozo siempre se arrimó a la banda para ganarle en velocidad, las veces que quiso , a Pilatásig. En el segundo tiempo, el delantero Ángel Ledesma hizo lo mismo y, aprovechando las deficiencias del jugador auquista, marcó el segundo tanto, a 18 minutos del final del juego.
Aucas careció de la sorpresa para someter a su adversario. El equipo recargó su juego por la derecha con las asociaciones continuas de José ‘Choclo’ Quinteros, un lateral dinámico con buen ida y vuelta, con Miguel Ibarra, quien en el Aucas juega como volante.
Pero la única vez que el ‘Ídolo’ pudo derrotar el arco de José Camacho fue con un remate de Lauro Cazal, un ariete paraguayo más empeñoso que talentoso.
Al final del juego, el DT Silva se lamentó de las lesiones que aquejan al equipo. Sin embargo, prometió correcciones para el resto del certamen.