Los días soleados suelen convocar a los deportistas a tomarse la pista atlética de Los Chasquis, en el centro-norte de Quito, y correr a todo pulmón.
Pero en este sábado 23 de octubre del 2021, ni el clima más benévolo fue capaz de levantar los ánimos de los atletas, quienes entre llanto e indignación se lamentaban por el asesinato de uno de sus más representativos compañeros, Álex Quiñónez.
Para el cubano Nelson Gutiérrez, quien fue entrenador de Álex por varios años, este día fue uno de los más difíciles de su carrera.
Como todos los sábados, había planificado los entrenamientos, pero una llamada en la noche del viernes cambió sus planes por completo.
“Anoche, a las 9:30, el campeón olímpico Anthony Zambrano me llamó a contarme que había un video de Álex en el que aparecía muerto. Por cosas de la vida, estábamos reunidos en la casa de dos familias, tanto del fisioterapeuta Caridad Martínez y su esposa y yo con mi esposa. No lo creíamos; nos dejó sin palabras”, cuenta Gutiérrez.
Para varios de los jóvenes atletas que entrenan en Los Chasquis, Gutiérrez y Martínez fueron dos personas que influyeron en la decisión de Álex de retomar su pasión por las pistas, cuando en el 2017 intentó colgar la toalla.
Gutiérrez lo entrenaba y Martínez era como un padre para el atleta. Para ambos, la noticia de la muerte del introvertido Álex fue devastadora; ellos esperaban que el atleta regrese el lunes 25 de octubre a Quito a sus entrenamientos.
“Álex comenzaba el acondicionamiento para Oregon. Esta semana fue a ver a sus niñas en Guayaquil porque venía a Quito desde el lunes para entrenar”, dice Gutiérrez, en cuya mirada no se disipaba el rastro del llanto.
Los entrenamientos no solo pararon para Álex, sino también para sus compañeros de Los Chasquis. En la mañana del sábado, el movimiento fue escaso en las pistas; el dolor se había impregnado en el alma de los atletas que compartían diariamente con él, ya sea en un entrenamiento o bien en una salida de amigos.
Sentado en un rincón de una sala de entrenamiento, con la mirada perdida en el horizonte, el atleta Sebastián Acuña recordaba los momentos que compartió con Álex en Los Chasquis. Para ellos, este espacio era casi su segundo hogar; allí mejoraban sus técnicas mientras crecían los lazos de amistad.
“Hoy no hemos podido entrenar bien. Todos tenemos un malestar. Estamos muy afectados”, dice Acuña mientras intenta reponerse de la pérdida. Para Sebastián, Álex no solo era un velocista destacado del Ecuador; era un ídolo a quien había seguido desde muy joven.
Más allá de las medallas y el reconocimiento internacional que logró el velocista ecuatoriano, el recuerdo que queda en la memoria de Acuña es la calidad humana que tenía Álex. “Era muy amigable, muy humilde; cuando algo te pasaba, él trababa de ayudarte”, cuenta.
En la mañana de este sábado, la sencillez y el compañerismo de Álex era lo que más extrañaban los deportistas. En los vestidores, las pistas o entre la arboleda del lugar se podía escuchar uno que otro llanto y lamentación por la partida de Álex.
En medio del desasosiego, el ‘profe Nelson’, como todos llaman al entrenador, recordaba a los jóvenes atletas una lección que les dejó Álex: “él era un muchacho muy introvertido y tranquilo, pero se transformaba en la pista. Nunca se lo veía con miedo para arrancar una carrera. El mundo ha perdido a un gran atleta; al embajador ecuatoriano de la velocidad”.