La gorra blanca tiene nuevo dueño: David Hurtado recibió el legado de Jefferson Pérez. Foto: Martha Córdova / EL COMERCIO
¿Quién no recuerda la gorra blanca de Jefferson Pérez? Era en el kilómetro final cuando el andarín la deba vuelta, aceleraba el ritmo e iba a encontrarse con la victoria.
Así lo hizo cuando ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 y en el Mundial de París. Esa gorra blanca, la entregó a David Hurtado, marchista quiteño, quien finalizó el 2017 como número 1 en el escalafón mundial de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF).
“Mis profundas felicitaciones a esta generación de deportistas que están llevando el nombre del país a lo más alto. Son adoloscentes y personas íntegras como David”, dijo Pérez.
“Gracias por todo ese trabajo, esfuerzo y transparencia porque al final no importa cruzar la meta en el primer lugar, al final lo que importa es dejar el alma por una nación y destrozar nuestros músculos por amor, porque los músculos se recuperarán y el orgullo de representar al país será eterno”.
Hurtado tomó la gorra con la grandeza de la humildad que le caracteriza. “Jefferson nos deja un pasado lleno de gloria, sacrificio y entrega por un país. Nosotros somos los encargados de seguir con el legado. No quiero ser un segundo Jefferson Pérez, sino un David Hurtado que día a día trabaja para conseguir sus objetivos”.
Dijo que no siente compromiso por recibir una gorra de tanta historia. “Mi compromiso es con el país”.
Este año, Hurtado competirá en el Mundial Sub 20 de China donde espera lograr el primer lugar y así confirmarse como el mejor andarín del mundo.
“David Hurtado es más alto y más fuerte que yo a esa edad. Tiene un equipo multidisciplinario que yo no tenía. Su técnica es muy buena”, destacó Pérez, quien denunció que podría crecer aún más con un trabajo en los Centros de Alto Rendimiento que tiene el país, donde existen los equipos para el mejoramiento biomecánico “pero están embodegados”.