Antonio Valencia padre (der.) posa con su familia cuando ‘Toño’ (centro) se alistaba para viajar a España, en el 2005. Foto: Eduardo Valenzuela, Archivo / EL COMERCIO
Cuando Antonio Valencia habla de su hijo, que tiene el mismo nombre y que es el capitán de la Selección, lo hace con orgullo. “Cuando se quiso hacer futbolista tuve que apoyarlo, aunque no quería. Nunca pensé que llegaría siquiera a El Nacional, Barcelona o Liga… peor al Manchester United”, dijo.
En este Día del Padre, ‘Don Antonio’, como es conocido, siente que el mejor regalo que recibe de su hijo es verlo en la cancha, liderando a la Selección con la banda de capitán, en una Copa del Mundo.
Hoy, justamente, aparece a las 11:00, liderando la fila de 11 jugadores que hacen su estreno en la cita ecuménica de Brasil en el cotejo contra Suiza, en el estadio Nacional de Brasilia. Esta es una realidad distinta a la que recuerda su progenitor, quien en cambio lo vio lleno de ilusiones cuando se le abrió la posibilidad de migrar al fútbol del extranjero.
‘Don Antonio’ aún vive en la casa de Tumbaco, aquella en la cual vivía ‘Toño’ en el 2005 junto con su madre y hermanos. En esa época estaba a punto de viajar a España para vincularse al Villarreal, club que se fijó en él tras su desempeño con la Selección en las eliminatorias para Alemania 2006.
‘Toño’ consiguió la clasificación y desató euforias en su padre, al conseguir el boleto a aquel torneo. Fue titular y se erigió como una de las jóvenes promesas junto con el portugués Cristiano Ronaldo. “Pero ahora todo es mejor, porque verlo como capitán es algo indescriptible”, sostiene su padre, que es oriundo de Esmeraldas.
Años atrás, cuando el ‘Trencito Valencia’ -otro apelativo que se ganó en el Manchester- era un infante, aprendió a ganarse su dinero para comprarse lo que quería. Colaboraba con ‘Don Antonio’ recolectando botellas de vidrio para venderlas a las empresas de bebidas. Entonces, hace 18 años atrás, eran bien cotizadas para reciclarlas.
El volante de la Tri también aprendió a hacer negocios. En el momento que entendió cómo era el movimiento, compró botellas a bajo costo para revenderlas a su padre… y este, a su vez, a las empresas.
“Yo honestamente no quería que fuera futbolista. Yo jugué y sabía que era difícil. Le pedí siempre que estudiara, que sea abogado, doctor o lo que sea, pero profesional al fin”, contó ‘Don Antonio’. Sin embargo, hoy vive agradecido por la generosidad de su hijo, a quien el DT Reinaldo Rueda le entregó la capitanía por ser un referente internacional.
Valencia le obsequió a su padre una camioneta con la cual empezó a trabajar. Luego se montó su propia empresa y posee una distribuidora de pollos. El regalo no tuvo el valor de lo que él le dio a su hijo en la infancia. ‘Toño’ tampoco fue exigente, pues siempre pidió un balón de fútbol en Navidad.
En los cumpleaños de sus hijos, en cambio, ‘Don Antonio’ siempre les preparaba una parrillada, en la cual compartían en familia. “No había regalos porque nuestra economía no daba para más. Pero el estar juntos era un regalo”, precisó.
Padre e hijo fueron muy unidos, a pesar de las ocupaciones laborales. Cuando tenían tiempo, se iban a jugar fútbol cerca del barrio en el que residían (y aún tienen la casa) en Lago Agrio. Solían apostar en los tiros penales y el actual número 16 de la Tri siempre ganaba.
La comunicación entre ellos siempre se ha mantenido, principalmente por teléfono. Pasan poco tiempo juntos cuando ‘Toño’ llega al país de vacaciones, porque el trabajo de su padre les impide disfrutar de más momentos.
“Aún recuerdo cuando lo veía comprar aguacate o melón para prepararse sus jugos favoritos después del trabajo (en Lago Agrio). Siempre fue un chico ‘pilas’, que no se mareaba por nada. Consiguió lo que quiso y por eso está hoy en ese lugar en la Selección y en el Manchester”, refirió nuevamente con orgullo su padre.
Hoy piensa observar el partido en Esmeraldas junto con su esposa, sus otros hijos, sobrinos y demás familiares. No hay mejor manera de celebrar el Día del Padre para él.