Juan Luis Anangonó se despidió de sus compañeros de LDU, en Pomasqui, el 4 de julio del 2019. Fotos: David Paredes / EL COMERCIO
Con una carpeta blanca en la mano y con gafas oscuras, Juan Luis Anangonó reapareció en el complejo de Pomasqui. El atacante ecuatoriano aprovechó la mañana del 4 de julio del 2019 para tener el último contacto con la dirigencia y para despedirse de sus compañeros.
‘Anangodios’, como lo apodaron algunos aficionados, se mostró emocionado con el recibimiento que recibió de parte de sus ahora excompañeros y del personal que trabaja en la Casa de Liga. Abrazos, apretones de manos fuertes y palabras de despedida marcaron la jornada del delantero de 29 años que dejará el país en los próximos días.
Aún no tiene resuelto en qué equipo va a militar. Lo que sí está seguro es que tomó una buena decisión al salir de Liga de Quito. Quiere darle más estabilidad a sus hijos y según contó, en el actual campeón nacional no puede lograrlo.
“Me voy agradecido con cada uno de los que son parte de esta institución (Liga). Viví cosas importantes en el club y eso voy a recordarlo siempre”, dijo Anangonó.
Por ahora, su futuro deportivo está en sus manos. Afirmó que recibió dos propuestas interesantes. Ir a Brasil, al Vasco da Gama fue tentador, pero no se llegó a un acuerdo.
“Estaba casi todo resuelto para ir a Brasil. Era cuestión de firmar el contrato, pero se cayó al final. El equipo no me daba esa estabilidad que estaba buscando”, dijo el atacante.
La oferta del fútbol chino fue la más tentadora. No le preocupa estar alejado de los reflectores. Siente que este deporte está creciendo en el gigante de Asia. Aún no ha firmado nada, pero al parecer su traspaso a un club de la segunda categoría de ese país sería inminente.
“Es un equipo de la segunda categoría. En lo personal, me dará a mi y a mi familia la estabilidad que estoy buscando. En lo deportivo no me preocupa. China es un país que está creciendo en lo futbolístico”, dijo.
Unos minutos después, cerca de los parqueaderos del complejo, se acercó a su vehículo y un grupo de trabajadores lo buscaron. Con abrazos y palabras de agradecimiento se despidió de quien durante cuatro años lo atendieron.