Marizol Landázuri (izq.), Álex Quiñónez (cent.) y Ángela Tenorio (der.) con sus medallas bolivarianas. Foto: Alfredo Lagla / EL COMERCIO
Álex Quiñónez lo dijo: “Estas tres medallas no saben a gloria sino a gracias”. El doble campeón bolivariano de los 100 m y 200 metros, las pruebas reinas de la velocidad retornó a las pistas luego de dos años y logró dos títulos y dos récords regionales.
Hace cinco meses decidió iniciar una nueva etapa en su vida. Había tocado fondo y los amigos que compartieron con él la fama y el dinero que llegó a su bolsillo luego del séptimo lugar en los Juegos Olímpicos Londres 2012, no le ayudaron para curar las dolencias de su hija.
“Todos los comentarios que recibimos sobre Álex eran negativos, y nos dio cierto temor. Hace cinco meses, cuando llegó a nuestro equipo, nos dimos cuenta que es un muchacho al que había que ayudarle. Se había encontrado con personas que se aprovecharon de él y estaba muy dolido”, dijo Caridad Martínez, el fisioterapeuta del equipo de velocidad que lo comanda Nelson Gutiérrez y que lo conforman Marizol Landázuri y Ángela Tenorio.
Las dos atletas fueron importantes a la hora de tomar la decisión de incorporar a Álex Quiñónez al equipo de atletismo de velocidad que tantos éxitos ha conseguido a escala local e internacional. Ángela aceptó la incorporación y Marizol fue la persona que intercedió por Álex.
“Nos conocemos desde que éramos niños. Yo tenía 12 años y él 13 cuando competimos en un torneo infantil en Esmeraldas. Entrenábamos y corríamos en la pista de tierra, sin zapatos. Si había una botella de agua, la dividíamos para 20, desde allá nos conocemos”, recuerda Marizol, quien ganó en los Juegos Bolivarianos la medalla de plata en los 100 metros, la de bronce en los 200 m y el segundo lugar en el relevo 4×100 metros.
Esa amistad se mantuvo por años. “Cuando le llegó la fama, hablábamos poco. Le felicité, vía Facebook por su séptimo lugar en Londres 2012”.
Este año, en abril volvieron a conversar. Álex le habló del retiro definitivo por la serie de lesiones que acarreaba y que nunca se pudieron curar del todo. Marizol entonces le mencionó de la posibilidad de entrenarse con el equipo en Quito. Habló con su entrenador y con el resto del equipo y todos dijeron que sí, con un solo pedido: el compromiso de ser constante y disciplinado.
“Me vine a Quito a empezar una nueva etapa de mi vida. Fue duro porque dejé a mi esposa y a mi hija, sin nada, no tengo dinero para mantenerlas. Pero seguimos adelante y hoy pudimos lograr estas tres medallas con las que quiero agradecer a la chicas, al entrenador y a Caridad Martínez, a quien lo miro como mi padre, me recibió en su casa y me ha dado de comer”, declaró Álex.
Esta nueva etapa la vive con ilusión y con ilusiones. Volver a competir, luego de dos años, fue para él un examen para confirmar que está de vuelta y que quiere escribir páginas de triunfos y hazañas. “Quiero hacerlo por mi hija. No quiero que pase las necesidades que yo tuve”.
El entrenador Nelson Gutiérrez festeja esas primeras medallas de Álex, pero la celebración es corta. “No nos vamos a emocionar mucho, hay que seguir entrenando”.
El equipo entró en una etapa de descanso hasta el 18 de diciembre cuando inicie su año deportivo con la preparación física general. Aún no hay fechas exactas, pero el objetivo es viajar a Estados Unidos en enero o febrero para realizar un campamento.
En abril o mayo, los tres velocistas irán a dos torneos internacionales antes de los Juegos Odesur, de la primera semana de junio en Cochambamba, Bolivia. En el verano del 2018, se emprenderá viaje a Europa para competir por dos meses .
“Si Álex corría en Londres, con el tiempo que puso en los Bolivarianos(20:27), era séptimo en el Mundo en los 200 metros”, recalcó Gutiérrez.
El profesional, que trabaja en Ecuador por 10 años, dijo que en estos tiempos, construir una medalla olímpica no es cuestión de entrenador y atleta, sino de todo un equipo de trabajo.