Abel Mina en un entrenamiento en el gimnasio de boxeo de Chimbacalle. Fotos: Carlos Rojas / EL COMERCIO
Abel Mina ingresa en el gimnasio de boxeo de Chimbacalle y enseguida es el foco de todas las miradas. Llama la atención por su impecable físico, su ropa bien planchada, la maleta viajera de ruedas que lleva con una mano y el sombrero de ala estrecha que cubre su cabeza.
Sin perder tiempo abre la valija, saca sus implementos deportivos y se cambia de ropa en una esquina, sobre una banca de metal con asiento de madera. El gimnasio de boxeo de Chimbacalle, en el sur de Quito, está donde años atrás funcionaba una piscina. El espacio de 25 metros de lo que fuera la pileta semiolímpica está dividido. De un lado hay un tatami, donde se practica taekwondo, y del otro un cuadrilátero de boxeo.
En el lugar hay implementos para los deportes de combate, como cabezales y guantes, y a un costado están seis bolsas de arena que son incesantemente golpeadas por los peleadores.
Hasta ese escenario acude por las noches ‘Authentic’ Mina, de 26 años y 1,79 metros de estatura. No es extraño verlo realizar sus movimientos de calentamiento con el sombrero puesto. No lo hace por cábala ni por parecer fuera de lugar. Simplemente le gusta llevarlo sobre su cabeza porque le “luce” y le da confianza. Incluso, antes de sus combates, se lo ha visto con este accesorio sobre el cráneo.
Su afición por los sombreros nació un buen día del 2013 cuando simplemente se probó uno y le gustó. “Es mi estilo”, explica mientras hace movimientos de sombra y simula un combate con un oponente imaginario. “Me luce, como quien dice. Tengo tres y hasta mi hijo tiene uno”, cuenta el campeón de Juegos Bolivarianos en el 2009.
Aquel triunfo en Sucre, Bolivia, es parte de los 12 años como boxeador amateur que han quedado atrás porque desde esta temporada ha decidió dar el paso al boxeo profesional. Su tercer combate como tal será el 30 de noviembre del 2018 en una cartelera que se realizará en Tulcán, en la frontera con Colombia. El rival todavía está por definirse, pero al estar confirmada la pelea no falta a ningún entrenamiento aunque para ello deba realizar un doble esfuerzo.
El ‘Autentico’, quien es cristiano y lee permanentemente la Biblia, se entrena por las noches. Antes, durante el resto del día, trabaja como ayudante de bodega cerca de Cumbayá. “Me ayuda en mis gastos, el trabajo es tranquilo y eso me permite entrenar con normalidad por las noches”, explica antes de ponerse a saltar la cuerda.
Abel Mina (izq.) realizó un ‘sparring’ con el boxeador del peso pesado Omar Mera.
Mina es parte del exitoso semillero de Puerto Quito, localidad del noroccidente de Pichincha de donde han salido talentos del boxeo como Carlos Mina, los hermanos Jaime y Julio Cortez, entre otros.
El pugilista que luce sombreros se inició a los 12 años con la guía de Carlos Vásquez. Reconoce que de niño también le gustaba el fútbol, pero no era tan bueno. Con los puños sí que es temible, pero más que afirmarlo él quiere demostrarlo sobre los cuadriláteros. Por el momento lleva dos triunfos como profesional y espera realizar ocho combates hasta finales del 2019 para luego probar su habilidad en escenarios de México y Estados Unidos. Esto último lo confirma Eduardo Tayupanta, su representante
“Por el momento quiero convertirme en el mejor boxeador de las 154 libras en Ecuador y para eso quiero ganarle a los mejores. Por eso, busco pelear el próximo año con Roger ‘Dinamita’ Guerrero que ahora es el mejor de la categoría”, añade el ‘Authentic’ antes de sacarse el sombrero, colocarlo con cuidado sobre la banca y preparase para otra noche de prácticas sobre el ‘ring’ de Chimbacalle.
El entrenador Fernando Tipán (der.) supervisa el trabajo de boxeadores juveniles que se preparan en Chimbacalle.