Los tsáchilas usan la paja toquilla para sus techos

La paja se ordena en pequeñas hileras para el secado.

El constructor tsáchila es riguroso para sembrar, recolectar y secar la paja toquilla.
Esta planta es el material principal para la construcción de los techos de cabañas y chozas de las comunas nativas.
En Colorados del Búa, la recolección se realiza en luna menguante. Ese es uno de los secretos ancestrales para que la paja dure hasta 10 años, si se realiza el mantenimiento adecuado. De no hacerlo, es posible que el techo se llene de humedad y de polillas.
Los tsáchilas tienen un truco para evitar que las plagas o el clima afecten los techos.
Ellos realizan fogatas cerca de las construcciones cada seis meses. El vapor y el olor de las plantas nativas ahuyentan a las plagas, que hacen nidos en los techos. “Ahora hay químicos para fumigar y puede que sean más efectivos, pero dañamos nuestro entorno”, señaló Alfonso Aguavil, constructor y líder del proyecto cultural Shinopi Bolón, ubicado en Colorados del Búa.
Este centro cultural tiene 20 cabañas típicas, donde han instalado habitaciones para recibir a turistas extranjeros, una cocina, un museo etnográfico, un consultorio chamánico, una casa nativa, entre otros.
Aguavil afirmó que para el proceso de construcción en la nacionalidad tsáchila es fundamental que los constructores hayan nacido con un don especial para que la naturaleza les permita tomar los materiales que requieren.
Ese don se descubre en los niños cuando ellos se integran a las labores de mingas comunitarias. Desde ahí aprenden el manejo y tratamiento de los materiales de construcción.
En el caso de la paja se debe ser cuidadoso al momento de plantarla para que las hojas sean homogéneas. En la cosecha, que se da cada 18 meses, los tsáchilas - además de cortar en luna menguante - deben hacer oraciones para no transmitir energías negativas a la planta y de esa forma vuelvan a crecer las hojas de paja.
El constructor Felipe Aguavil aseguró que la recolección de la paja puede tardar hasta dos semanas. Eso debido a que para la construcción más pequeña, de 7 x 5 metros, se requieren entre 15 000 y 18 000 hojas de paja toquilla. Por eso, en Colorados del Búa desde hace 10 años se reforestan estos árboles para evitar que se extingan.
Sin embargo, en las otras seis comunas tsáchilas ya hay muy pocos cultivos de paja toquilla debido a que no hay programas de reforestación. Según un sondeo de la Gobernación Tsáchila en 2016, apenas el 5% de esas tierras está sembrado con paja toquilla. Otra parte (85%) la componen árboles frutales, plátano, cacao, pambil…
Las 30 familias de Colorados del Búa hacen esfuerzos para que el producto no se pierda. Ellos resiembran dos veces en el año, en el bosque Shinopi Bolon. Lo hacen con ayuda de extranjeros, que visitan la comuna por más de 10 días.
Luego de que se siembran las semillas, los tsáchilas deben hacer podas y colocar trampas en el bosque para evitar que los animales dañen las hojas. Una vez que se han cortado, las familias las organizan por tamaños, las limpian y revisan que no haya insectos en las hojas o cerca del lugar.
Luego las recubren con grandes hojas extraídas del bosque para evitar que la lluvia o el sol les afecten y se pudran. Deben permanecer bajo sombra por al menos una semana hasta que se sequen totalmente.
Cuando la hoja cambia su tonalidad verde por café o beige, quiere decir que está lista para utilizarse. La paja también debe estar fuerte para que pueda manipularse y resista el entrenzado.
Las mujeres son las encargadas de separar las hojas y tejer la paja para que los hombres puedan instalarlas en los techos de las cabañas. Otro de los trucos tsáchilas es que la medición de los espacios se realiza con las manos. Es por eso que cuando un constructor inicia un trabajo no puede recibir ayuda porque el techo quedaría desigual. “Nuestros ancestros no tenían metros. Así que inventaron su propio sistema, que nosotros hemos heredado porque es práctico”, dijo Aguavil.
En el centro cultural Shinopi Bolon , las mingas aumentan en invierno para evitar que las construcciones se humedezcan o se conviertan en nidos de animales como ratones.
Además, antes y después de la temporada invernal se revisan las hojas para evitar filtraciones de agua en las viviendas. “Es un trabajo constante de mantenimiento”.