El baúl como centro de mesa aporta en decoración y en almacenamiento. Foto: cortesía Antonio Marvit
La aplicación de elementos fuera de contexto como parte del mobiliario de un ambiente vuelve luego de cincuenta años. No difieren y no escandalizan. Se convierten en puntos focales que revitalizan la decoración interior y le dan a la casa su toque original.
Pero, ¿qué implica un mueble fuera de contexto? Una tina de baño en las zonas sociales, baúles o bateas como centros de mesa, puertas viejas como comedores o materiales en desuso combinados con nuevos son algunas ideas que aplican diseñadores y no diseñadores con iniciativa.
Para la artista Shirma Guayasamín, quien heredó de su madre el uso de una batea como centro de mesa, se trata de una forma de apreciar el arte popular y de valorar su belleza, haciéndola parte de la comodidad del hogar.
Raúl Guarderas, arquitecto y diseñador, cuenta que a inicios del siglo pasado “la tendencia surgió como una forma de romper vanguardias o un manifiesto contestatario”.
Mario Arias López diseñó este ambiente con una tina. Foto: Pavel Calahorrano / EL COMERCIO
El reciclaje es una de las principales características de esta inclinación. Para el arquitecto eso “denota conciencia ambiental y, además, desarrolla la capacidad de observar aspectos estéticos intrínsecos, como si se tratara de ver el alma y reinventar funciones”.
Al ser reciclado el material para el mobiliario, este tiene aspecto rústico o de antaño. Pese a esto, según Guarderas, el estilo moderno de un sitio no es impedimento.
Esto, debido a que la introducción de un elemento de este tipo permite contrarrestar o dar un acento diferente al ambiente. “Si se sabe jugar con esto, es un arte o una forma dejar una impronta personal”.
Lo imprescindible, recomienda Guarderas, es analizar la pertinencia de introducir un elemento fuera de contexto. “Para el diseñador es vital conocer el gusto y los ambientes del cliente, no todos aceptan esto. Pero el profesional rompe esquemas, y quizá estos recursos permiten hacerlo”.
Kare introduce baúles como complemento de dormitorio. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO
La armonía en un ambiente que contiene un elemento descontextualizado se logra con un adecuado ajuste en acabados y en cromática, explica. Con esto se logrará que el elemento no difiera de los otros componentes del ambiente. “El objeto debe sobresalir de una forma armónica”.
La interiorista Ángela Hoyos también apuesta por la introducción de materiales no convencionales, combinados con otros de alta gama. “No se trata de romper con el estilo moderno, sino de darle a este mismo un toque natural”.
A decir de la profesional, esto se logra, por ejemplo, con el uso de maderas imperfectas con vetas muy marcadas en el mobiliario interior. “Esto no resta elegancia”.
Una de las alternativas que vuelven con el paso de los años es el uso de baúles como complementos en zonas sociales e íntimas. En la sala, por ejemplo, un baúl se puede utilizar como centro de mesa.
En Studio Noa esta mesa tiene durmientes de rieles. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
Miguel García, representante de Kare Quito, comenta que estos se dejaron de usar por el espacio que ocupaban y con el que no siempre se contaba. Pero hoy en día se aprovecha tanto su aporte decorativo como su capacidad de almacenar y, por ende, de organizar.
El interiorista José Antonio Rivas considera que para aplicar esta tendencia no hay reglas precisas, ya que cada diseñador tiene su sello. Para lograrlo él recomienda materiales como el cuero desgastado, el cobre, el metal oxidado, el vidrio, la madera pura o la porcelana amarillenta.