El Arqueomuseo Jaboncillo, en Manabí, muestra materiales de la zona, como la caña guadúa, y una arquitectura basada en piedra, similar a la de la cultura Manteña. Fotos: Katherine Delgado para EL COMERCIO
La estructura del Arqueomuseo del sitio Jaboncillo, de Picoazá, en Portoviejo, combina las diferentes técnicas de la construcción de los antepasados de la provincia de Manabí.
La obra permite comprender lo que pudo ser la técnica arquitectónica de los primeros habitantes de una ciudad manteña, que pobló el lugar entre el 700 y 1530 d.C.
La caña guadúa y las piedras en forma de bloques dan forma a la mampostería de este espacio, de 1 530 m², que forma parte del Parque Cultural Arqueológico Hojas-Jaboncillo.
Fue inaugurado en febrero pasado, bajo la tutela del Centro Cívico Ciudad Alfaro. Sus principales áreas son las ocho salas museográficas y su Centro de Investigación Arqueológica.
La sala de exposiciones del museo proyecta una visualización íntegra.
El primero, además, cuenta con un auditorio que permite ver la decoración en caña guadúa tratada y que está presente en las paredes, en los ventanales y en el tumbado.
Llaman la atención las persianas de madera, que están sostenidas con cabuya.
Estos materiales son propios de la tierra manabita y con el tiempo se convirtieron en sello de identidad de sus pobladores, identificados con el grupo étnico montuvio.
El asistente del área de Restauración del Arqueomuseo, Ernesto Pin, explica que este sitio es una forma de mostrar las raíces de un pueblo que desde sus antepasados aprovechó los materiales del medio para su subsistencia. Y también para que esa esencia perdure en el tiempo.
La caña guadúa en su estado tubular adorna el tumbado.
La decoración interior trata de mantener a la guadúa en su estado original.
Por ejemplo, en el tumbado del salón auditorio se la colocó en forma tubular, para que matice en armonía con el color blanco del cielo raso.
El otro espacio decorado con esta madera es el que conduce al Centro de Investigación Arqueológica.
Cuando los visitantes caminan por los pasadizos hacia ese lugar les provoca pararse en los pilares cuadrangulares recubiertos con caña.
Lo hacen para tomarse una fotografía o, simplemente, para contemplar el brillo que destella de cada madero.
El arquitecto Andrés Cañizares comenta que este modelo de infraestructuras busca ajustarse a los principios de la arquitectura natural.
El área para tomar sombra combina la madera con el hierro.
Para eso deben guardar armonía con la ecología y el paisaje circundante, que en este caso lo justifica el Parque Cultural Arqueológico Hojas-Jaboncillo, ubicado metros más arriba del arqueomuseo, dice.
Para los montuvios manabitas, la guadúa siempre ha sido una aliada en sus diversas actividades ancestrales. La emplean para construir covachas, puentes, accesorios para la pesca y artesanías.
En videos, que se proyectan en el museo, se documenta que esta tradición también les sirvió a los pueblos prehispánicos para protegerse de las condiciones del mal tiempo y para acopiar productos en situaciones extremas.
Con el pasar de los años, estas costumbres fueron replicadas por las nuevas generaciones que ahora intentan mantenerlas bajo técnicas distintas pero con la misma esencia de sus antepasados, explica el consultor y arquitecto Miguel Camino.