Murales narran las tradiciones del pueblo afro en Esmeraldas

La marimba es un instrumento tradicional.

La marimba es un instrumento tradicional.

En este mural están las imágenes de Petita Palma y Papá Roncón, reconocidos por su aporte a la cultura. Fotos: Marcel Bonilla / CONSTRUIR.

La imagen de dos músicos destacados de la cultura afroesmeraldeña están sobre una pared de 10 x 2 metros, en uno de los centros gastronómicos de Esmeraldas.

Una marimba con sus tacos para golpear el pambil complementa la imagen de los músicos retratados en blanco y negro, que atrae las miradas de turistas por su tamaño, en la vía principal que cruza la parroquia Tachina, ubicada a 10 minutos de la ciudad.

Los retratos de Petita Palma y Papá Roncón, figuras del canto, poesía y música ancestral, dan la bienvenida a los viajeros que ingresan por el norte de la provincia de Esmeraldas y pasan por la citada parroquia.

Como una forma de expresión cultural, en la ciudad de Esmeraldas los cerramientos perimetrales de escuelas y colegios han sido utilizados para pintar instrumentos musicales tradicionales, y hombres en plena danza como la marimba, baile característico.

El talento de los pintores permite plasmar escenas de marimberos en acción o figuras míticas como La Tunda, El Diablo, El Riviel y Gualgura.

La marimba es un instrumento tradicional.

En esas imágenes prevalecen los colores llamativos para mostrar la alegría del baile o manifestar el verdor de los manglares, como Majagual, o paisajes que se observan en los ríos del norte de la provincia, con su gente realizando actividades cotidianas.

La propuesta de hacer murales con temáticas afros tomó mayor importancia desde que la marimba fue declarada Patrimonio Intangible de la Humanidad, en diciembre del 2015, así como sus instrumentos y sus cantos que enriquecen la cultura.

Una de las propuestas es aprovechar todos los espacios posibles de la ciudad para pintar retratos de hombres y mujeres que han dedicado su tiempo al fomento de los saberes locales o que hayan destacado con su lucha.

Uno de esos murales está en las calles 10 de Agosto y Bolívar, centro de la ciudad, donde se destaca la lucha de la mujer afro e indígena por la igualdad de derechos y la erradicación de la violencia intrafamiliar.

En la ciudad, los restaurantes también decoran sus interiores con cuadros que hablan de la música y de las actividades cotidianas del pueblo afroesmeraldeño.

En las paredes se observan cuadros con bombos, cununos, guasá y maracas, pero también antiguas herramientas de pesca, como catanga, atarrayas, canoas y canaletes.

Artistas locales plasman las actividades cotidianas que cumplen los hombres y mujeres de esa provincia.

Algunos hoteles tienen un pequeño rincón donde se refleja una parte de la cultura con réplicas de marimbas, pinturas en damagua y las maracas de calabaza con semillas, que nunca faltan, como ocurre en la hostería Paso Fino, construida en la vía hacia el aeropuerto de Esmeraldas.

La presidenta de la Asociación de artistas populares de Esmeraldas, Katya Ubidia, explica que se trabaja en un proyecto más amplio para que en sitios claves de la ciudad se pinten más murales que no solo sean marimberos, sino sobre la actividad de las concheras, campesinos y pescadores afroesmeraldeños.

Estos murales llevarán un mensaje de cuidado del manglar, fortalecimiento de la cultura musical, reconocimiento al trabajo para la conservación de la herencia ancestral. Serán realizados por diferentes gestores culturales.

Uno de los pintores que promueve la cultura es Alberto Acosta, quien ha pintado murales con temáticas afros, desde retratos de personajes esmeraldeños hasta la recreación de antiguos festivales de música y danza.

Los rostros destacados de las culturas tradicionales del país son motivos de los murales.

Las letras de la palabra Esmeraldas fueron pintadas con la forma de la caña guadúa, un material usado por los ancestros para la construcción de sus casas, muebles y artesanías,Alrededor de ellas están las hojas de mangle, que dan vuelta en el contorno.

Otras pinturas recuerdan la riqueza pesquera en los ríos antes de la contaminación provocada por la minería en las comunidades afro.

Patricia Portocarrero, una activista cultural y propietaria del Centro Cultural y Gastronómico, cerca al aeropuerto Carlos Concha, explica que la temática de su negocio apunta al fortalecimiento de la cultura, por eso en la parte exterior de su local pintó las figuras de Petita Palma y Papá Roncón.

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