La gráfica muestra la forma en que están predispuestas las plantas en el huerto vertical y la escalera de acceso. Fotos: cortesía Najas Arquitectos
El Caiza Forum de Madrid fue uno de los pioneros y descubrió al mundo una nueva tendencia arquitectónica: las paredes o muros vegetales.
El prestigioso estudio suizo Herzog & de Meuron, diseñador de ese ingenio que asombró a todo el mundo, mostró que sí se pueden elaborar obras estéticas y funcionales utilizando las plantas como eje y concepto.
Esta nueva técnica ecológica se regó como una buena semilla en todo el orbe. Ecuador también se subió a ese tren y hoy, cada vez más edificios y otros inmuebles de Quito, Guayaquil y Manta, principalmente, poseen muros y terrazas verdes.
La implementación de estos espacios más naturales dentro de una estructura edificada tiene el objetivo de recuperar estas zonas verdes -parques, parterres, bosques- perdidas en las grandes ciudades.
Este nuevo concepto permite la reducción del esmog, mejora el paisaje, baja la tasa de enfriamiento de las losas, genera la conformación de barreras acústicas, incrementa las áreas agrícolas, entre otras ventajas.
Todos esos beneficios decidieron a Esteban Najas, principal de Najas Arquitectos, a incluir en el edificio Airos una terraza ajardinada y jardines verticales.
El vestíbulo principal del Arios tiene como eje un gran jardín pared.
Airos es un edificio de 4 500 m² distribuidos en seis pisos altos, dos subsuelos para estacionamientos y 23 departamentos unifamiliares.
En la terraza existen 300 m² de jardines naturales que recogen las aguas lluvia para uso de riego y servicios generales del edificio.
En este espacio funcionan, asimismo, una zona de BBQ, un lounge, un gimnasio y una zona húmeda.
El ‘hall’ de acceso se resuelve en un vacío acristalado de 19 metros de altura, explica Najas. Allí, los expertos David Arroyo y Mónica Bodenhorst de Navarro colocaron un huerto vertical para autoconsumo del edificio.
Esta es la verdadera novedad del Edificio Airos, pues no se trata solamente de un jardín decorativo sino, además, se vuelve utilitario.
Este huerto nace en el vestíbulo y se estira hacia arriba, hasta llegar a la terraza. El acceso a este jardín hidropónico (que no necesita de suelo para su crecimiento) se realiza a través de una escalera secundaria de acero, la misma que conecta los seis pisos al huerto.
Los usuarios del edificio, además de disfrutar de abundantes zonas verdes, tanto horizontal como verticalmente, pueden abastecerse -para el consumo propio- de diversas especies de plantas aromáticas como la menta y salvia, así como de especies comestibles como frutillas, apios y lechugas. Claro, también hay flores y plantas decorativas.
El riego de este huerto-jardín se realiza a través de un sistema hidropónico controlado electrónicamente.
La fachada principal muestra otra vista del jardín.