Este domo geodésico se elaboró en 21 días con la ayuda de estudiantes. Se hizo con tallos de bambú de la zona. Fotos: Vicente Costales/ CONSTRUIR
Una visita a Brasil inspiró la transformación de una casa familiar en un hotel de campo, para recibir a turistas de diferentes partes del mundo. Sierra Alisos se mantuvo como vivienda durante 20 años y desde hace ocho, aproximadamente, funciona como un sitio de descanso que permite conectarse con la naturaleza y que además ofrece la oportunidad de disfrutar de la experiencia de vivir bajo el techo de una casa inspirada en la arquitectura vernácula.
Sierra Alisos tiene 330 m² de construcción y sus estancias están distribuidas en dos pisos; hay siete habitaciones abiertas al público. En el exterior, en cambio, hay un domo geodésico hecho con bambú, donde se desarrollan obras de teatro, conciertos y en donde también se puede acampar.
El esqueleto de la casa de campo es de madera. También hay tapial, bahareque y adobe.
Cada una de las habitaciones exhibe características de esta arquitectura, común en Tambillo, donde se asienta la construcción, rodeada por una infinidad de árboles de gran tamaño y coloridas plantas.
Raúl Guarderas, diseñador industrial y propietario del hotel de campo, fue el encargado de planear la rehabilitación, después de varias conversaciones con su madre.
Inicialmente, cuenta, se pensaba en una reforma total, sin embargo, los recuerdos de la familia se impusieron y al final optó por una rehabilitación, que coincidió con el deterioro de la vivienda a causa del ‘abandono’. “Mis padres salieron por temas personales y la casa quedó vacía”, recuerda.
Desde una de las habitaciones se observa la cubierta de la casa y el resto de la hacienda.
Los trabajos empezaron en el 2009 y terminaron en el 2011. Hace más de dos décadas la casa fue instalada en una “repisa”, una de las partes más bonitas del terreno y desde donde se observa la hacienda.
Se trata de una cimentación sobre piedras, obtenidas en un radio cercano de la hacienda, al igual que la madera, material con el que se elaboró el esqueleto de la casa.
Hay tapial en los muros portantes de la planta baja, adobe en los muros trasversales y tabiques divisorios, y tabiques en bahareque en la planta alta. Esos materiales se conservaron durante la rehabilitación, pero se aprovechó la intervención en la cubierta para lograr espacios más grandes, manteniendo la esencia de la casa de campo.
Este domo está hecho con material de la zona. También se utilizó material reciclado.
Sobre la cubierta se volvieron a colocar las tejas, material que, según Guarderas, evoca a la arquitectura vernácula. En esos tres años de trabajo se trataron las paredes, sobre todo de la humedad, y se colocaron paneles solares y un sistema de tratamiento de aguas y colector de aguas lluvia.
Tras quedar lista, su propietario definió dos mantenimientos al año, pues así como el adobe ofrece interiores templados en la noche y frescos durante el día, también es propenso a sufrir humedad.
Este trabajo cuenta con la mano de obra de expertos locales que acompañaron el inicio de la construcción.