La caña bambú se convierte en arte para oficinas, paradas de autobuses y viviendas. Fotos: Katherine Delgado para EL COMERCIO
El uso de la caña bambú en diferentes sitios de Manabí ha recobrado la antigua tradición de tener a la madera ancestral en los elementos cotidianos. Desde el cantón Chone, en el norte de esta provincia, hasta Portoviejo, en la capital, se observan más estructuras en espacios públicos y privados construidos con este material.
En Chone hay al menos unas 15 paradas de buses que fueron levantadas a mediados del año pasado con cañas tubulares extraídas de las áreas montañosas aledañas. Los pilares de las estaciones son de 2 metros de altura y están entrelazadas por un andamiaje que se combina con latillas y paja toquilla.
Toda la estructura luce brillante por el barniz y los acabados que recibió la madera durante el proceso de ‘curaduría’, aseguró Ivonne Chica, directora de Cultura y Patrimonio del Municipio de Chone.
La idea de estos espacios surgió tras exposiciones fotográficas del otrora cantón que contaba con paradas para autos conformadas por una vieja lámina de zinc y cuatro cañas rústicas que daban sombra a los pasajeros. De ahí que un grupo de activistas ambientales propuso al Cabildo que se retomara esa infraestructura a propósito del aprovechamiento que tiene hoy en día el bambú. La caña brava y macana son las variedades de bambú que se emplean en las actuales construcciones manabitas.
Una estructura en madera en bambú se construyó en la Universidad Laica Eloy Alfaro, en Portoviejo.
La primera fue por años utilizada por los ancestros del pueblo montuvio, que construían sus chozas y covachas en cerros y zonas de altas temperaturas. José Carrera, experto en el tratamiento de bambú, dice que esta variedad tiene la particularidad de que sus nudos están separados por 15 y 20 centímetros de espacio a lo largo del madero. Y algunas pueden alcanzar alturas de hasta 5 metros.
Antiguamente eran las de mayor demanda, porque los habitantes de entonces optaban por mantener el confort en todo el ambiente de la vivienda.
Una zona de descanso con acabados en madera de bambú se instaló en Portoviejo.
Además, se aseguraban que el tiempo de vida de los maderos sea el necesario para la resistencia al clima variable de la zona manabita, agrega Carrera. Precisamente bajo esa idea, la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (Uleam) emprendió en un proyecto de construcción de vivienda con base en caña bambú. El plan surgió luego del sismo del 2016. Los daños que generó ese terremoto, que terminó con casas que fueron construidas sin las especificaciones técnicas adecuadas, generó la necesidad de contar con estructuras sismorresistentes, dice el rector, Miguel Camino.
El Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda firmó un convenio con la empresa pública de Producción y Desarrollo de la Uleam y el Municipio de Manta y otros gobiernos locales, precisamente, para dotar a los manabitas de viviendas resistentes a un sismo. El arquitecto y docente de esta universidad, Alberto Paz, aseguró que todo empezó con la socialización de las bondades que tiene la madera bambú y sus diferentes variedades.
El Rectorado de la Uleam cuenta con sillas de madera.
“Llevamos el mensaje de que las viviendas con estos materiales otorgan mayor resistencia, alivianan las construcciones y permiten que funcionen como un solo sistema sismorresistente”. Esto da mayor seguridad y una gran diferencia en costos y rapidez de construcción, agregó el catedrático.
Dentro de la Uleam se desarrollan también construcciones con la madera tradicional.
Por ejemplo, la oficina del Rectorado cuenta con sillas, escritorios y paredes elaboradas con la caña bambú. Su titular Alberto Paz además pidió que en la mayoría de departamentos se implementasen elementos de este material. Douglas Anzules, funcionario del centro, dijo que la idea es rescatar la antigua tradición.