La Escuela primaria Kirkmichael fue construida en Bristol, Inglaterra, en el 2014.
Aunque el uso de la luz artificial gana espacio, sobre todo dentro de viviendas, la luz natural sigue siendo la preferida por decenas de arquitectos en Ecuador y en otros países del mundo.
Su uso está relacionado con el ahorro de energía, pero también con la posibilidad de jugar con la proyección de sombras desde cualquier parte de la construcción. En ese contexto, la iluminación cenital -la que viene desde arriba- es una de las más utilizadas. Ideal, según el portal Plataforma Arquitectura, para grandes espacios donde la luz natural que ingresa por las ventanas es insuficiente o no ilumina adecuadamente.
Las claraboyas o tragaluces son el recurso ampliamente usado para entregar una luz difusa y agradable al espacio. “Generalmente se evita el paso del sol, para no calentar demasiado los recintos, y se deben diseñar y construir adecuadamente para que no ingrese el agua”.
El Centro de oficinas, en Copenhague, Dinamarca.
Las claraboyas son utilizadas generalmente en techos inclinados y colocadas en las cumbreras, donde difícilmente llega la iluminación natural.
Tras un análisis de varios proyectos, Plataforma Arquitectura encontró que la mayoría de aberturas cenitales está en espacios de circulación o de corta permanencia, como los baños, evitando así problemas en el control de la incidencia directa de la luz.
Aquello se evidencia en el proyecto Casa L27, en Beiriz, Portugal. Los tragaluces están en el pasillo de una vivienda que se compone de dos plantas y que cuenta con un acceso a la cubierta que rompe la línea continua del volumen e invita a los propietarios a disfrutar de las vistas.
La Escuela Hessenwald, edificada en el 2016, está en Weiterstadt, Alemania.
En Casa W, en cambio, las claraboyas suministran luz natural a un cuarto de estudio, ubicado en una segunda planta a la que se llega recorriendo una larga escalera.
Esa iluminación, afirman los promotores, se complementa con la que ingresa por los ventanales de cristal, que conectan la casa con el exterior.
En Casa Compass, los tragaluces fueron colocados estratégicamente en los planos de techo inclinados, permitiendo que blandos escurrimientos de luz iluminen uniformemente el interior.
El ojo es atraído hacia arriba, estableciendo una relación intensificada y espiritual con un ambiente más amplio de cielo, sol y nubes. “Con una estrecha huella alargada, todas las habitaciones y espacios disfrutan de luz natural y ventilación pronunciada”, dicen los promotores del proyecto.
El Pabellón Pasivo de Longfor Sundar, en Hebei, China.
La longitud de esa vivienda también permite una distribución equilibrada y efectiva de la programación, con un espacio familiar generosamente escalado pero íntimo, incluyendo a la cocina, el comedor y áreas de estar en el centro del plan. Los dormitorios están cómodamente separados en cada extremo.
La Facultad Técnica SDU (izquierda) está en la Universidad del Sur de Dinamarca.
Pero así como los tragaluces están en viviendas, también forman parte de las estructuras de centros educativos, oficinas y otras tipologías.
La Facultad Técnica SDU en Dinamarca, la Escuela primaria Kirkmichael en Inglaterra, la Escuela Primera en Techum en Holanda, el Jardín Infantil Nokken en Dinamarca y el Centro de Oficinas de Amerika Plads en Copenhague son algunos ejemplos.
En el proyecto Pabellón Pasivo en Longfor Sundar, en Hebei, China, la claraboya en el atrio trae la luz del sol durante el día y se abre para la ventilación natural durante la noche. El sistema de aire fresco también aprovecha la forma particular del espacio interior, igualando el principio de ventilación de la prensa térmica. Las salidas de aire fresco están ubicadas en espacios más bajos, como el área del pasillo en el norte y la parte inferior de las escaleras.