En Inti Sisa hay una sala principal equipada con muebles sencillos y coloridos. Los pasamanos y revestimientos de las columnas están elaborados con madera de eucalipto. Fotos: Glenda giacometti / EL COMERCIO
El contraste entre textiles coloridos y tonos naturales de la madera caracteriza al diseño decorativo de Inti Sisa, un hotel de Guamote. Esa infraestructura de dos plantas tiene capacidad para alojar a 160 personas y su estilo rústico está inspirado en las comunidades indígenas de ese cantón, situado al sur de Chimborazo.
El hotel se construyó en el 2004 con el propósito de financiar un proyecto de ayuda social en las comunidades. Los fondos que se obtienen del hospedaje y de tours que contratan los turistas se invierten en un programa de educación y capacitación para los niños y mujeres indígenas.
“El proyecto de ayuda se inició hace 20 años, pero antes dependíamos de las donaciones. En el 2004 decidimos incursionar en el turismo para contar con recursos propios, en caso de que las ayudas internacionales se terminaran algún día”, cuenta Eve Gielis, coordinadora de Inti Sisa.
Lámparas y adornos metálicos se hicieron en Quito.
Cuando el hotel se levantó, solo contaba con cuatro habitaciones. La gente de las comunidades y los voluntarios que llegaron desde Bélgica para ayudar en el proyecto construyeron las habitaciones y las decoraron con artesanías.
Una década después, el turismo comunitario se convirtió en el principal sustento financiero la organización y fue necesario ampliar las instalaciones para cubrir la demanda de visitantes, que llegan especialmente de Europa.
Ahora cuentan con 24 habitaciones y cada una lleva el nombre de una comunidad o de un elemento que las caracteriza, como aves endémicas o flores. Los pisos están elaborados con madera de eucalipto lacada y, al igual que todo el mobiliario, conservan sus tonalidades naturales.
Estampados de estilo andino y animal print contrastan con los tonos de la madera
Las decoraciones de la sala principal fueron donadas por un colectivo de artes de Quito y muchas están hechas con materiales reciclados.
Una gran máscara que cuelga desde el balcón principal y ambienta la sala fue pintada a mano y representa a un payaso tradicional.
En ese mismo espacio se exhibe la vestimenta originaria de la zona. Las polleras amplias de colores fuertes y bordados decorativos en los filos son una de las decoraciones que más atraen a los visitantes extranjeros que llegan al lugar.
En las mesas de madera también se colocaron floreros y centros de mesa que muestran espigas de cereales secos que se cultivan en la parte alta de Guamote, como la cebada, el trigo y la quinua.
Las comunidades, vestimenta y fiestas populares inspiraron el original diseño de un hotel.
Un espacio especial, según Gielis, está en una pequeña sala junto a la cocina.
Ahí hay vitrinas que exhiben las artesanías que manufacturan las mujeres de las comunidades y otros emprendimientos comunitarios de diferentes nacionalidades.
Hay shigras, collares, prendedores, figuras coleccionables, entre otros objetos que se pueden adquirir como ‘souvenir’. Cuestan entre USD 1 y 20. Las fotos de la gente que se beneficia del proyecto y sus fiestas populares se muestran en una cartelera junto al comedor. “Así los turistas se sienten conectados con las personas a las que ayudan al contratar los servicios”, dice Gielis.
Dos obras de arte decoran el comedor. Un cuadro del pintor guamoteño Salvador Bacón muestra una de las tradiciones más arraigadas en ese cantón: el Carnaval. La fiesta dura cinco días y hay personajes característicos, como el Rey del Carnaval, los jochantes, los priostes y bailarines.
También hay un mural pintado por Pablo Sanaguano, un artista riobambeño. Él retrató la historia de las haciendas y la labor del sacerdote Leonidas Proaño. En la pintura se representan los maltratos y las violaciones que sufrieron los antiguos trabajadores de las diferentes haciendas.
“Este cuadro es significativo, porque los fundadores de Inti Sisa leyeron sobre la misión de Proaño en Chimborazo y se contactaron con gente que le ayudaba”, cuenta Gielis.