Juan Tohme en su espacio de trabajo, el estudio que se fusiona armónicamente con su dormitorio en matices de blanco. Fotos: Vicente Costales / EL COMERCIO
Juan Tohme acaba de regresar de Argentina, donde cursó la maestría que está por finalizar. Aunque el sitio donde vive desde su regreso no es propio, como arquitecto no pudo pasar por alto la oportunidad para dejar un sello de diseño.
“Mi mayor destreza es el diseño arquitectónico, a través de recursos como el material”. Eso está plasmado en el departamento que alquila en un edificio de La Mariscal.
El ingreso a su casa es el sitio más importante. Allí, Tohme quiso marcar una diferencia. Lo hizo con un librero hecho con varillas de hierro que, junto a una pared amarilla y luz dirigida, crean un punto focal que da la bienvenida al hogar.
La idea la descubrió en una obra paralela que realizaba cuando llegó a Ecuador. “Estaba haciendo una obra donde coloqué un pasamanos de varillas de hierro. En esa oportunidad vi qué flexible era ese material, así que dije, por qué no utilizarlo aquí”.
Tohme comenta que con este diseño, no solo aportó a la estética de su hogar, sino que lo hizo de una forma eficaz, sencilla, funcional y, sobre todo, económica.
“En teoría, lo más fácil era mandar a hacer un mueble donde un carpintero o comprar uno nuevo. Pero para mí era mucho más importante traer una experiencia con ese librero, que es la pieza más linda que tengo acá”.
Su vivienda es un ejemplo del aprovechamiento de recursos e ideas innovadoras. Esto es muestra de las preferencias del joven arquitecto.
Él no se define con un estilo, no se enfoca en una sola línea, sino que define sus ideas en base a las necesidades arquitectónicas.
Tohme desarrolla tanto proyectos de hormigón, que se pueden apegar al estilo contemporáneo como de metal, con estilo industrial.
“Lo mío es más universal. Me interesan las técnicas de actualización, que los proyectos que yo realice incidan en otras personas, que sean una herramienta de transferencia de pensamiento”.
Esto lo plasmó en su casa. Allí vive con otras tres personas. Por ser alquilada no pudo realizar muchos cambios pero decidió instaurar pequeños detalles de diseño.
Este librero lo hizo con varilla de hierro.
“Esos pequeños detalles son pensados solo con el material, porque no podía hacer más. Lo interesante aquí son los cuestionamientos que me generó el lugar: ¿qué puedo hacer en algo que no es mío?”.
La academia destaca en estos detalles. Así como el librero de hierro en la entrada, su dormitorio habla de un arquitecto entregado a su profesión, que, además, prepara su espacio cotidiano para ella.
En la habitación de Tohme predomina el blanco. Es un sitio con poca entrada de luz, así que el profesional decidió aclararla con el neutro en paredes, muebles y complementos como el cubrecamas.
Este lugar se conjuga en armonía con el laboratorio de ideas del arquitecto: el estudio, donde pasa la mayor parte de su tiempo, creando e inventando nuevas ideas, en complicidad con sus libros.
En este sitio se encuentra otra de sus intervenciones: un librero de líneas rectas, que combina el blanco de la madera con los oscuros de los libros.
Otros detalles con hierro se encuentran en la consola auxiliar de la sala. Además, la luz y la correcta distribución en el espacio se notan.
Para este arquitecto de 30 años, el no vincularse a un solo estilo le permite aprender cosas distintas, por ejemplo, de cada material.
¿Los resultados? A la dueña de casa le encantaron las intervenciones del profesional en este departamento pequeño. Quiere que cuando él se vaya de ahí, deje las piezas de diseños donde están.