Cristian Sola tiene su taller en el sector de Río Amarillo, en el oeste de Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO
Las cholas cuencanas y los cholos son la principal inspiración del artesano Cristian Sola, pero no son las únicas. Las tradiciones, la arquitectura y las costumbres de la capital azuaya también le sirven para diseñar sus creaciones elaboradas en bambú, principalmente.
Pero ese material tampoco es el único. Para fabricar a las cabezas de las cholas cuencanas y los cholos o cualquier indígena emplea las semillas del nogal, conocido como tocte. Con el yute confecciona las vistosas polleras de las cholas, personaje que es un ícono intercultural del Austro. Sola tiñe el yute en las tonalidades verdes, amarillas y rojas y hace simulaciones de los bordados. “Solo utilizo tintes naturales”.
El diseño se complementa con diminutos sombreros elaborados en paja toquilla. La estructura interna de las cholas sí está fabricada con bambú, que recibe desde Bucay, Santo Domingo de los Tsáchilas y del sector de Río Siete, ubicado en el cantón azuayo de Camilo Ponce Enríquez.
Estos personajes están representados en actividades cotidianas como tocando algún instrumento musical, ya sea una guitarra, rondador, violonchelos o flauta. También, montando un burro, tejiendo, cultivando, cargando canastos con compras… “Quiero mostrar la identidad de mi región. Si bien el bambú no pertenece al Austro, incorporé otros materiales para recrear a las cholas”.
Una de las representaciones más llamativas es una chola cuencana con un soplador junto a una olla de barro, que está sobre una suerte de horno circular fabricado con bambú. En su interior se puede colocar incienso y con el humo que sale, se recrea cómo cocina el mote esta campesina austral.
Este juego tiene un costo de USD 25, pero si se compra por separado la chola vale USD 12 y el quemador de incienso 15, dice el artesano. “Este adorno lo fabriqué hace tres años y tardé casi tres meses en desarrollar toda la idea y el diseño”. Sola, quien tiene estudios en veterinaria, se dedicó a la artesanía hace ocho años. Tuvo que tomar la decisión de seguir en su carrera u optar por un emprendimiento. Considera que tomó la decisión correcta porque sus creaciones tienen aceptación y porque continua con el legado de sus padres.
Sola pertenece a una familia de artesanos de la madera. En su infancia aprendió del oficio de sus progenitores, que elaboraban muebles y objetos para la decoración del hogar como marcos para espejos, portarretratos, entre otros. Ellos utilizaban el carrizo grueso, que obtenían en el cantón azuayo de Santa Isabel y Sola, en su infancia, les ayudaba a lijar y limpiar.
Desde hace tres años, él abrió su local Huamag Wasi, que significa Casa Bambú. La versatilidad, la resistencia y durabilidad de este material llamaron la atención de este artesano. También, hizo investigaciones sobre los personajes y las tradiciones para hacer sus recreaciones. Otros materiales que emplea son las maderas recicladas, la piedra, el barro y el coco, este último por su textura.
Su local funciona en el Centro Municipal de las Artes (Cemuart) de la capital azuaya, que atiende de lunes a domingo. Allí, funcionan 82 locales, que ofrecen textiles, zapatos, artículos en cuero, bisutería, adornos en madera, cerámica… con motivos ancestrales que se vinculan con los otavaleños, saraguros y otros pueblos indígenas del Ecuador.
Este espacio, ubicado en el Centro Histórico de la ciudad, es visitado por más de 400 personas al día. En julio y agosto se registra la mayor afluencia de extranjeros, principalmente estadounidenses y europeos, dice la directora del Cemuart, María Teresa Fajardo. Según ella, en este centro no existen intermediarios porque se busca una relación directa entre productos y compradores.
Sola comercializa, en promedio, 50 piezas cada semana. “Este año las ventas han bajado por la situación del país”. Las más económicas cuestan USD 5 y las más costosas hasta 120. En su local no solo exhibe los cholos y cholas cuencanas sino también otros adornos como lámparas, quemadores de incienso, casas tradicionales con techos de teja, carretas, apliques de pared, trenes, bicicletas, pequeñas figuras y animales como búhos…, todos elaborados en bambú. “Siempre me gustó hacer diseños nuevos para atraer a los clientes”.
Él tiene su taller en el sector de Río Amarillo, al oeste de la capital azuaya. Allí, labora a diario de forma individual. “Primero elaboro el diseño, identifico los mejores colores y qué materiales utilizar”. Sus creaciones también se promocionan en su muro de Facebook, Huamag Wasi. Además, participa en ferias que se realizan en todo el país.