Se trata de un hotel temático ubicando en el tradicional
barrio La Tola, en Quito. Fotos: Vicente Costales / EL COMERCIO
Fue una casa tradicional estilo Art Decó, con más de 50 años. En la actualidad es un hotel temático con habitaciones inspiradas en las culturas ancestrales de los Andes. Es Chakana Hotel Boutique, ubicado en La Tola, centro de Quito.
Rodeado de casas patrimoniales y angostas calles, el hotel resalta por el naranja de su fachada y su gran puerta de madera. Al ingreso recibe a los huéspedes una pintura del Killa Raymi, una fiesta tradicional indígena, hecha por el joven artista Javier Campoverde, así como la mayoría de pinturas que decoran varios rincones del predio. En la pintura destaca el Diablo Huma y otras figuras tradicionales.
En el recibidor se aprecia todo el concepto del hotel que está ligado a lo cultural, comunitario y artesanal. Un estante está lleno de artesanías y productos hechos por varias comunidades indígenas.
Rodrigo Cruz, propietario, recuerda que la idea de su emprendimiento partió de una serie de reflexiones y experiencias alcanzadas con algunos viajes que realizó con su esposa por Bolivia, Perú y México.
El diseño de las habitaciones del hotel está inspirado en culturas de los Andes. La decoración tiene pinturas y símbolos de los pueblos indígenas, también figuras y esculturas.
La cultura y cosmovisión de los pueblos andinos le inspiró y así nació Chakana hotel.
El nombre está ligado al símbolo muy representativo en las culturas indígenas y que se divide en el Uku Pacha, Kai Pacha y Hanan Pacha. Partiendo de ello se diseñó y distribuyeron las áreas del hotel.
Según explica Cruz, la casa fue adquirida hace ocho años y hace seis meses abrió sus puertas como hotel. Indica que el lugar está alineado con lo que se considera centros de poder del Quito milenario: al noreste, el centro ceremonial del Itchimbía; al sureste, la Basílica; al sur con El Panecillo, y al noreste los volcanes Rucu Pichincha y Guagua Pichincha. Estos sitios -dice- marcan los solsticios y equinoccios en la vida del hombre andino.
Las 11 habitaciones que tiene el sitio están personalizadas con base en culturas y sitios del este, oeste, sur y norte de Latinoamérica. En la zona este, por ejemplo, está Machu Picchu. Las paredes lucen simbologías y gráficos que evocan el lugar como las terrazas agrícolas, los canales de agua y templos.
Pinturas de culturas ancestrales están plasmadas en las paredes.
Los materiales que predominan son la madera y concreto pulido. La decoración incluye tejidos y muebles hechos por artesanos y comunidades.
Otra habitación en el oeste representa a la cultura de Jama Coaque de la Costa ecuatoriana. En la decoración figuran dibujos de las estatuillas humanas hechas en cerámica que lucen brazaletes, orejeras y pectorales.
En los pasillos, en cambio, las paredes tienen espacios para exhibir productos. Hay algunas figuras, tejidos, esculturas que han sido adquiridas en los viajes de Cruz.
También hay pinturas como el árbol de la vida. Para el propietario, más que un hotel es un sitio que busca brindar experiencias. Además de alojamiento, el lugar cuenta con un restaurante que ofrece comida andina y gourmet. En este predomina la madera y, como parte de la decoración, hay pinturas y símbolos andinos, además de figuras incaicas. También cuenta con una sala de talleres para crear espacios de capacitación sobre la cultura andina y un área de coworking.
En el restaurante predomina la madera y el cemento pulido. Los colores representan a algunas culturas al igual que las esculturas y pinturas que forman parte de la decoración.
En la zona de la terraza se planea realizar sesiones de meditación y yoga. Con el tiempo, el objetivo es implementar una galería de arte. La idea con eso es apoyar a los artistas locales y artesanos de diferentes sitios del país.