Illa Experience relata la historia de Quito desde su arquitectura
A más de los ‘amenities’ de lujo, posee piso radiante para reducir los estragos del frío quiteño durante las noches.
El día a día del céntrico hotel quiteño Illa Experience cambió a partir que su nombre apareció en la lista anual de los 100 mejores lugares del mundo, publicada por la revista estadounidense Time, en una detallada selección que incluyó a destinos para visitar, alimentarse y hospedarse.
Este hotel, ubicado en la calle Junín, en el barrio de San Marcos, inició sus operaciones el pasado 4 de diciembre del 2017. En el artículo de Time resaltan su conservación arquitectónica y su relación con el Centro Histórico de Quito.
“Sus paredes de adobe indígena junto a la arquitectura colonial española describen por qué fue una de las dos primeras ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1978. Un microcosmos de esa rica historia se puede encontrar en el hotel Illa”, reseña Kaitlin Menza, la encargada de escribir el artículo.
Este hotel de experiencias no solo tiene mucha historia en su arquitectura, sino en la estrecha relación que mantiene con el barrio. Según relata Marcel Perkins, copropietario, todo comenzó hace cuatro años, cuando invitó a su esposa a cenar en uno de los restaurantes de San Marcos y luego de caminar por sus calles notaron que pese a estar en medio de dos zonas de alto movimiento como La Marín y Santo Domingo, el ambiente de vecindario se mantenía vivo.
Solo en la calle Junín funcionan los museos de Archivo de la Arquitectura Ecuatoriana, Manuela Sáenz, Muñoz Marino de acuarela, galerías de arte, cafeterías y restaurantes de renombre como La Quinta Paila del Diablo, famoso por preparar el Osobuco de Quito, degustado por el exmandatario Galo Plaza Lasso, entre otras personalidades políticas.
Tanto les enamoró el barrio que asistían a misa en la iglesia principal. Un día un señor se acercó y les dijo si estarían interesados en adquirir una propiedad en el barrio.
Fue así como compraron la casa donde hoy funciona el hotel. Esperaron cuatro años para darle el nombre de hotel: dos años tardó la restauración del inmueble y dos más la respectiva aprobación. “Estaba en malas condiciones. Se inyectó concreto en las paredes para no colocar columnas ni hierro. Queremos contar la historia de Quito desde la estructura”, añade Perkins.
Dentro de la inversión, que superó los USD 2 millones, se incluyó el soterramiento del cableado para que la calle Junín luzca mejor con sus vistosos balcones con geranios.
Apenas tienen 10 habitaciones tipo suite, pero todas guardan una tradición familiar. Las sábanas, por ejemplo, son bordadas, algo que en hotelería no es común. También hay alfombras tejidas a mano.
Los muebles que se exhiben en el interior del hotel son hechos en Ecuador. Las diferentes lámparas están decoradas por dentro con porcelana. Trataron de emular el artesonado de las iglesias quiteñas con el uso de patrones geométricos. Todas las habitaciones poseen piso radiante, para reducir el frío durante las noches.