El mangle tratado está presente también en las fachadas. Fotos: Marcel Bonilla / CONSTRUIR.
La fachada de una construcción de madera está diseñada con ramas de mangle, de las que el río Camarones arroja con los aguajes todos los años.
En total, son tres inmuebles de 10 x 20 metros de dos pisos los que están recubiertos con caña guadúa, ramas y balcones bien estructurados, desde donde se observa la playa.
Las letras de uno de los rústicos inmuebles están hechas con ramas. Los constructores artesanales encontraron la forma de elaborar cada una de las vocales y consonantes para escribir el nombre Acosta Mar.
Estas construcciones se observan en el barrio Los Algarrobos de la parroquia Camarones, donde la mayoría de sus habitantes mantiene la construcción de casas típicas utilizando materiales del medio, como los restos de mangle.
Los locales construidos para posesionar la oferta gastronómica de la zona, basada en mariscos, conservan las mismas características: puntales de madera, pisos de tablas y sus balcones con cerramiento hechos con ramas de chíparo, un árbol que crece en los márgenes de los ríos.
Desde el segundo piso de estas construcciones se observa el acoderamiento de las canoas de madera, utilizadas para la faena diaria de los pescadores de Los Algarrobos, los que proveen del pescado, camarón y langostas.
Los asientos se elaboran con troncos de los árboles.
A Acosta Mar se llega por una escalera de madera. Los pasamanos están hechos con ramas bien secas que tienen forma de laberinto, debido a las curvas. Muchas de esas son labradas por los carpinteros para darles un mejor terminado.
Paúl Gray, por ejemplo, utiliza un hacha para mejorar el material a utilizar en las construcciones. Con la ayuda de un serrucho, corta cada pieza a la medida y utiliza clavos de entre 2 y 3 pulgadas.
Las piezas trabajadas se colocan en los costados de las escaleras a manera de pared, después de pasar por un proceso minucioso para evitar su pronto deterioro por estar en contacto con el salitre del mar.
Las mesas están hechas con pequeños restos de madera y los bancos, estilo butacones, son de troncos de árboles. En las paredes de los baños se utiliza latilla o caña guadúa, típica en las casas del sector.
El diseño de las construcciones es producto de la inventiva de los propios habitantes como Josué Acosta, que con toda su familia levantaron una vivienda para ponerla al servicio de los turistas.
Acosta explica que en las edificaciones está presente el conocimiento ancestral, porque fue como aprendieron a levantar sus viviendas en el campo de la parroquia Camarones, utilizando tablas de madera.
Los artesanos trabajan las maderas para mejorarlas.
El trabajo artesanal de los hombres hace que se mantenga la construcción de casas tradicionales de madera, pues en lugar de quemar el material arrastrado por el mar hacia la playa, lo recogen y secan para luego utilizarlo en sus vistosas cabañas junto a la playa.
Las casas en el barrio Los Algarrobos de la parroquia Camarones, del cantón Esmeraldas, se caracterizan también por el uso de ramas de mangle en la decoración de las fachadas, explica Rodolfo Mina, presidente de la Junta Parroquial de Camarones.
Ahí los hombres saben quitar la corteza de las ramas y buscar cada espacio para colocarlas según su diseño, hasta formar un gran laberinto.
Los diseños son coloridos y están llenos de formas que llaman la atención de turistas locales y extranjeros.
En la población también existen artesanos que buscan las ramas más adecuadas para hacer figuras de animales como perros, gansos y hasta bases para mesas, que luego venden a los turistas que acuden a degustar o descansar en las cabañas tradicionales.
La madera de mangle también está en los pasamanos.
El costo de los objetos depende del grado de dificultad para elaborarlos. También del tamaño y tiempo que emplean en terminarlas.
Lorena Hernández, una de los habitantes de los Algarrobos, dice que estas construcciones son propicias para conservar la tradición, pero también un plus para promocionar la actividad gastronómica de la zona, pues además de la arquitectura, diseño y materiales, los turistas disfrutan de un ambiente relajado.
Sobre las mesas de madera y asientos de trozos de árboles, los visitantes degustan de los cebiches de ostiones que se extraen frente a los locales cuando baja la marea, o langostas. Los platillos también son elaborados -sobre todo por mujeres- con técnicas heredadas.
La producción de langostas es considerable en ese lugar por ser un área rocosa submarina, hábitat de este crustáceo, apetecido en sus diferentes presentaciones.