Las cabañas están edificadas con bahareque y otros materiales andinos. Fotos: Glenda Giacometti / CONSTRUIR.
Las cabañas biosustentables edificadas con bahareque, arcilla, madera, paja, piedra y ventanas tipo pirámide son el atractivo de la Hostería Samy Yaku Organic Park, que significa paz y armonía con el agua en la granja orgánica.
Los materiales se utilizaron aplicando los conocimientos ancestrales andinos de construcción en este complejo turístico, que funciona en la parroquia Salinas de Tomabela, en Guaranda. Está a 30 minutos de la capital de Bolívar.
Las edificaciones lucen un estilo rústico y llamativo por su decoración y colores vivos como el rosado, naranja, rojo y el amarillo. Son espaciosas, seguras y amigables con el ambiente y sismorresistentes.
Es más, encajan en el paisaje verde que Geovanny Yanchaliquín, constructor de las cabañas, diseñó en los 2 000 metros cuadrados de terreno donde se levanta este sitio desarrollado para hospedar y para la práctica de la agricultura orgánica.
El proyecto inició en el 2007 con la reforestación de este espacio con árboles pioneros como el ciprés, polylepis y otras especies que ahora sobrepasan los 15 metros de altura.
Estas construcciones son amigables con el ambiente.
Ahí desarrolló la agricultura orgánica aplicando los saberes andinos que obtuvo tras una investigación con los taitas y mamas de las comunidades indígenas de Bolívar. También en sus viajes por Europa.
Las cabañas las edificó con la técnica del bahareque, donde se mezcla la madera, arcilla, y paja. Además, adecuó un sistema de riego que funciona con pequeños pozos que filtran el agua y mantienen húmedo el terreno. Eso le permite sembrar una variedad de productos como maíz, papas, ocas, habas en un mismo lugar.
Las pequeñas viviendas están elaboradas para albergar a 10 personas. Hasta allí llegan turistas de todo el mundo. Ellos permanecen un par de días para aprender sobre agricultura orgánica.
La hostería, al estar alejada del centro poblado, carece de alcantarillado. Eso hizo que Yanchaliquín utilice un sistema de baños secos. Consiste en dos cámaras que reciben la materia y en tres meses es transformada en abono con la ayuda de aserrín.
En la decoración exterior sobresale un gran cóndor.
Los olores se filtran por una tubería metálica conectada a los tanques principales para evitar el hedor de estos espacios donde el turista tiene contacto con la naturaleza y puede observar insectos y aves que llegan atraídos por las abundantes flores y semillas. “Este sistema no contamina el ambiente ni el agua del río, eso hace que sea biosustentable”.
Este emprendedor también diseñó las ventanas tipo pirámide que dan energía. Además, pintó un cóndor.
Las pequeñas cabañas son de dos plantas. En la primera está una sala de descanso y el baño, mientras que en la segunda planta, a la que se asciende por una escalera de madera, está el dormitorio. “Las paredes son de 30 centímetros de espesor, lo que da seguridad.
Los pasamanos y las columnas son de pino y están decorados con pedazos de troncos.
Las cabañas están equipadas con un baño ecológico.
Yanchaliquín explica que en el interior de la construcción se mantiene el ambiente cálido en horas de frío y es fresco cuando hay calor.
En el centro de la cocina sobresale un gran tragaluz que ayuda con la iluminación de la casa y abarata el consumo de energía eléctrica. “En todos los espacios usamos la energía natural”, indica Yanchaliquín.
En la complementación de todo el proyecto sustentable tardó cinco años. Cuenta con más de 200 metros cuadrados de bioconstrucción. Las edificaciones son con zócalos de piedra para evitar la humedad en las paredes y pisos.