Una vivienda que destila arte y diseño

En este retazo del área social se observa un mobiliario ecléctico y muchos cuadros valiosos. Foto: Pavel Calahorrano/ Construir.

En este retazo del área social se observa un mobiliario ecléctico y muchos cuadros valiosos. Foto: Pavel Calahorrano/ Construir.

Mario Arias posa sentado en el sofá herencia familiar y junto al rincón de la Escuela Quiteña. Foto: Pavel Calahorrano/ Construir.

La casa de Mario Arias López, ubicada en una de las urbanizaciones de alta gama de Tumbaco, es un fiel reflejo de sus vivencias como uno de los diseñadores de interiores y de objetos más prestigiosos del país. Es, asimismo, un ‘minimuseo’ que recoge y refleja sus gustos por el arte en todas sus expresiones. Una afición que le viene atada a su ADN, pues su padre (de idéntico nombre) fue arquitecto y pintor de prestigio y, su madre, una ceramista de altos quilates.

Amantes y cultores de la cultura francesa, sus padres nunca dejaron de rodearle de lápices, crayones y cuadernos de dibujo mientras educaban su oído con los arpegios de Charles Aznavour, Jacques Brel o Edith Piaf.

Así las cosas, a Mario Arias Jr. No le quedaba otro camino sino seguir el derrotero familiar. Por eso realizó estudios de arquitectura, diseño interior, objetos y mobiliario en la Escuela de Artes Aplicadas de París, los que completó con pasantías, giras y especializaciones en otras partes del mundo, como Barcelona.

“Esta variada preparación me ha dado un espectro del diseño muy amplio y con muchos conceptos. Y disfruto intensamente diseñando desde el envase de un perfume hasta grandes edificios. Y todos esos trabajos tienen profunda trascendencia para mí”, afirma categórico.

En este retazo del área social se observa un mobiliario ecléctico y muchos cuadros valiosos. Foto: Pavel Calahorrano/ Construir.

Su vivienda de 350 m² es una muestra de arquitectura en desnivel, cuyo eje es la magnífica área social en doble altura. Esta sala se comunica con la zonas semiprivada e íntima por medio de una escalera de corte discreto que no rompe el estilo sobrio y elegante de una arquitectura de corte moderno; en el que prevalece el blanco como dominante total.

Su estudio, igual de sobrio pero funcional, se emplaza en el rincón suroccidental de la segunda planta. Allí planifica sus nuevos proyectos de diseño y pinta con igual pasión. Ha realizado varias exposiciones, incluida una reciente es Estados Unidos. El mobiliario del sitio es de corte moderno y contemporáneo.

¿Cómo rompió Arias esa aparente monotonía cromática que impone el blanco? Pues, como no podía ser de otra manera, con arte y diseño. Arte puro y puro diseño.

Valiosas pinturas cuelgan en varias paredes de la residencia. Desde una esquina, un Miró original atrae, irremisiblemente, las miradas de quienes lo miran por primera vez. O por enésima.

Al frente, un abstracto Antonio Tapies el disputa el protagonismo de igual a igual. Y un dibujo de Oswaldo Viteri, más allá, muestra los trazos maestros del ecuatoriano.

Es más, Arias logró meter todos los huevos en el mismo canasto sin que se rompa la unidad estilística. Su sala principal posee, por eso, rincones únicos que no compiten entre sí sino que se amalgaman. Cercano al gran ventanal refulge la Escuela Quiteña. Un poco más allá, la Escuela Cusqueña muestra su magnitud y hace notar sus diferencias con la primera.

Desde la segunda planta se observa al diseñador sentado en el sofá familiar junto al gran ventanal. Foto: Pavel Calahorrano/ Construir.

Como aficionado de hueso colorado a la fiesta taurina, la casa también tiene valiosos motivos de este arte.

No podía faltar, obviamente, el gran sofá de reminiscencias románticas o rococós, herencia de la familia y otros más racionalistas, vintage, hasta art decó. Los libros, muchos, completan el universo decorativo.

No faltan los detalles sui géneris, tampoco. Un ejemplo es esa tina de baño de hierro enlozado antigua que completa la decoración del comedor en forma de jardinera.

La decoración de su casa tiene una determinante que, para Arias, es decisiva: “la felicidad está en hacer buenas relaciones humanas”.

Finalmente, fuera del recinto interior y junto al estacionamiento, Arias montó un minigimnasio donde se ejercita diariamente en artes marciales. De 06:45 hasta las 08:30.

Una antigua tina de hierro enlozado se convirtió en la jardinera que adorna el comedor principal. Foto: Pavel Calahorrano/ Construir.

Allí se saca todo el estrés acumulado y sale a su oficina relajado, positivo y supercreativo. Siempre en traje formal. Lo más pulcro y elegante que puede, pues así se siente cómodo y muestra su respeto a los clientes.

Suplementos digitales