La casa de Christian Wiese es claridad elevada a la enésima potencia

La familia Wiese Dávalos y su mascota en el puente de ingreso a la entrada principal. Foto: Paúl Rivas/ Construir.

La familia Wiese Dávalos y su mascota en el puente de ingreso a la entrada principal. Foto: Paúl Rivas/ Construir.

Christian junto a María Caridad y María del mar en un rincón de la gran área social de la vivienda. Foto: Paúl Rivas/ EL COMERCIO.

Él, Christian Wiese, es uno de los arquitectos ecuatorianos más cotizados de la actualidad. En el país y en el extranjero. Ella, María Caridad Dávalos, es una de las presentadoras de televisión con más currículo y prosapia. Ellita, María del Mar Wiese Dávalos, es la pequeña hija de los dos y ya se adapta a las urgencias que diagraman las esferas cotidianas de sus progenitores.

Ellos conviven en una amplia y luminosa vivienda encalada, incrustada en uno de los acantilados occidentales del cañón que ha formado el río San Pedro en su raudo recorrido hacia el Guayllabamba que, a esa altura (Pillagua), todavía es un vecino discreto.

Christian es hijo único y graduado con el 0001 en el Colegio de Arquitectura y Diseño de la Universidad San Francisco que, según sus propias palabras, fue fundado luego de que junto a su papá preguntaron al vicecanciller de ese tiempo, Carlos Montúfar, dónde le recomendaba estudiar arquitectura y el funcionario dijo: aquí y, en ese momento, nació esa facultad.

Talentoso, jovial y desinhibido, en su todavía corta trayectoria Wiese ya ha ganado 10 premios internacionales y ha diseñado edificios que se han vuelto icónicos en Quito, Guayaquil y Manta. ¿Ejemplos? La Biblioteca de la Flacso de Quito, el edificio The Point del Puerto Principal y el Hotel Best Western Manta, cuya estructura no sufrió ni un rasguño durante el sismo del pasado 16 de abril en Manabí y Esmeraldas.

La familia Wiese Dávalos y su mascota en el puente de ingreso a la entrada principal. Foto: Paúl Rivas/ Construir.

Su vivienda es una síntesis y, al mismo tiempo, una sumatoria de sus concepciones arquitectónicas; de su manera de concebir los vanos y los llenos. Claro, afirma convencido, en la decoración interior María Caridad puso su impronta. En gran parte del mobiliario, también.

La casa se levanta sobre un talud con más de 40 grados de pendiente, por lo que Wiese incorporó un sistema de cimentación conformado por largos y robustos pilotes vistos, que ayudan a sostener los cuatro pisos y a proporcionar la sismorresistencia necesaria. Vista desde al frente del encañonado, el inmueble parece una gigantesca cigüeña con sus pies asentados en la ladera. Parece que flota sobre el terreno.

La imagen muestra la estancia de doble altura que domina la arquitectura interior. Foto: Archivo.

La entrada principal está en la cota más alta del lote y permite una accesibilidad universal para toda la residencia. Este ingreso empata en una logia o pórtico acristalado que se articula con una galería de doble altura. Lo hace a través de una especie de puente.

Aunque es un racionalista convencido, la distribución interior tiene como referencias a los museos del Siglo XIX, con un grande y acristalado espacio central de doble altura que culmina con una estética y funcional claraboya que aporta con más claridad, todavía.

Desde este espacio dinámico se distribuyen todas las funciones. El mobiliario y la decoración están en concordancia con el minimalismo predominante. El blanco es el color por antonomasia y aporta con su sobriedad. Algunos muebles, accesorios y pinturas aportan con el color necesario para romper ese monocromatismo. Cuadros de Marcelo Aguirre, Carrasco y Corcuera encienden las paredes y contagian arte.

La volumetría del inmueble visto desde el exterior, desde el lado suroriental del lugar. Foto: Archivo.

El área social superior se fusiona con las otras estancias del estar íntimo, que se ubican hacia abajo. Ambas zonas no están determinadas por el horizonte sino por la perpendicularidad, por el desplazamiento vertical.

En la casa de Wiese y Dávalos la luz no es una invitada ocasional, forma parte de la propuesta de vida. El paisaje, igual. La volumetría se integra con el entorno circundante, de tal manera que permite el sutil ingreso de la vegetación en la periferia, fusionándose las áreas construida y verde. La cocina, de corte contemporáneo, aporta a ese concepción.

Como afirma Christian, la casa, más allá de ser un hogar prágmático también cumple con aspiraciones estéticas y emocionales: con esa fusión de funcionalidad, cobijo y descanso que debe tener toda morada.

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