La casa Calderón, en Las Peñas, representa el diseño tradicional de los carpinteros de ribera. Su construcción tomó casi 10 años. Fotos: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Sus tablones de madera se anclan en las laderas del cerrito verde, en el barrio Las Peñas, donde nació Guayaquil. Ahí, de cara al río Guayas, tomó forma en 1919 la casa Eva Calderón.
La edificación es una de las más relevantes de esta zona patrimonial, por su dimensión y ornamentación. Su fachada, teñida de celeste y blanco, resalta a un costado de la empedrada calle Numa Pompilio Llona. Su interior acoge a la Dirección Regional 5 del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC).
La época Republicana marca su diseño, una fusión del estilo europeo de 1900 con la mano de obra de los carpinteros de ribera, expertos madereros que implementaron en los inmuebles el sistema constructivo naval por el que fueron reconocidos como los mejores astilleros del mundo.
El patio central vincula los distintos espacios de la casa.
La arquitecta Lilian Ricaurte, analista de Patrimonio Material del INPC, destaca los detalles de la estructura. En su exterior resaltan las galerías, las puertas talladas, las ventanas de chazas que dan al río y las mamparas de vidrio, también usadas al interior para intercomunicar las zonas principales.
Además, sobresalen cornisas y frisos, rosetones con molduras y balaustres, baldosas decorativas y pintura tabular en las paredes. El hierro forjado se entreteje en varias formas, dando elegancia a puertas y ventanas en el interior.
La casa fue construida por Juan Illingworth en el barrio Las Peñas, zona que conserva la identidad cultural de la ciudad-puerto. Aquí inicialmente se asentaron grupos de pescadores, luego artesanos y a inicios del siglo XX, con el ‘boom’ cacaotero, llegaron hacendados acaudalados, como reseña el Municipio de Guayaquil.
El cielo raso está decorado con molduras y rosetones.
Illingworth vivió en esta casona que diseñó hasta 1954. En ese año vendió la propiedad al señor Antonio Eusebio Calderón Mendoza, un próspero comerciante, quien fue nombrado cónsul en Francia por el general Eloy Alfaro Delgado.
De sus cuatro hijos, Eva Matilde Calderón Macías fue la última en habitarla, hasta 1998. En el barrio era reconocida por su vestimenta de aire europeo y por el piano que cada tarde hacía vibrar. Esas anécdotas fueron rescatadas en un documental elaborado por el INPC, cuando culminó la restauración del inmueble.
La casona conserva sus puertas de hierro forjado.
El proceso de rehabilitación comenzó en el 2008 y tomó dos años. La arquitecta Ricaurte explica que la parte superior fue reconstruida debido al deterioro de la madera en pisos, paredes, cubierta y cielo raso. La planta baja presentaba mejores condiciones, por su conformación con muros portantes de ladrillo.
Una de las características que se aprovechó en la remodelación fue la distribución de los ambientes. Los espacios giran alrededor de un patio-galería central, que conecta las distintas áreas de la institución.
Los balaustres tallados rodean los pasillos y la escalera.
Entre sus delicados pórticos y ventanales, la casa Eva Calderón conserva los valores de la arquitectura patrimonial de Guayaquil, entre los siglos XIX y principios del XX. Su estructura se adapta al río Guayas y al cerro Santa Ana, elementos naturales que la rodean. Su conformación, con galerías, patio central y la altura de los espacios, permite aprovechar la luz, el viento y el sol.
Patrimonio Cultural destaca además la relación armónica que existe entre la distribución de los ambientes y la forma de vida de la época. Y el uso minucioso de la madera como un elemento de construcción autóctono de la Costa ecuatoriana.