El arquitecto y expositor posa en la mesa de ajedrez donde disputaba las partidas con su abuelo, Benjamín Carrión. Fotos: Pavel Calahorrano / EL COMERCIO
La vivienda del arquitecto Fernando Carrión Mena -en su caso un departamento de 380 m² con una gran terraza panorámica y emplazado en la urbanización Campo Alegre y con vista al valle de Tumbaco- cumple a pie juntillas con el axioma racionalista que dice que la necesidad produce la función y esta la actividad.
Este dúplex es un volumen adaptado a una de las grandes aficiones de este reputado arquitecto, urbanista, investigador cultural, experto en fútbol, expositor internacional y hasta político: su pasión por los libros y la lectura.
Ese amor incondicional hizo que el diseño de su vivienda -compartido con los arquitectos Alfredo Ribadeneira padre e hijo- tuviera como eje de diseño una espectacular biblioteca de dos pisos donde caben, en estrecho concubinato, más de 12 000 libros de todo formato, cariz y temática.
La cocina es del tipo americano; en ella se desestresa.
Es más, una de las estanterías está dedicada solamente a guardar -y mostrar- los libros, ensayos y artículos de su autoría, que superan el millar. Ahí descansan los 30 libros publicados y todas las ponencias, debates, exposiciones y más adláteres de este profesional quiteño nacido en 1952, pero con la mitad de su árbol genealógico con raíces lojanas.
Es más, muchos de los libros, cuadros, pinturas, muebles y accesorios que adornan su espacioso departamento son herencia de Benjamín Carrión, su abuelo paterno y uno de los más importantes hombres de cultura que ha dado el Ecuador en su historia.
El resto del vasto menaje artístico que se distribuye con armonía en toda la vivienda es producto de su propia cosecha: regalos de amigos, ventas de garajes, recuerdos de los innumerables viajes, egresos económicos importantes…
El soberbio caballo de madera tipo Troya que adorna la sala principal lo compró hace algunos años en menos de… USD 100, en un mercado de pulgas en La Floresta.
El amplio comedor es planificado para una gran familia.
Claro, Fernando no solo heredó gatos sino también garabatos de su famoso pariente. Otra de sus pasiones, además del fútbol y la Liga Deportiva Universitaria- también es un legado de don Benjamín: el juego del ajedrez.
Fernando recuerda las interminables partidas de ajedrez que jugaban abuelo y nieto. Siempre eran dos en cada ocasión. La hermosa mesa de ajedrez que posee es un testigo fiel de esas jornadas.
Y aunque el diseño interior está organizado en torno a la biblioteca, hay otras estancias que tienen carácter propio.
La gran sala, que no es ecléctica pero casi por los muebles de diferentes estilos que la ocupan, es una de ellas. De doble altura, posee una chimenea cuyo conducto de salida del humo se convierte en otro elemento decorativo de la terraza, diagramada en el este de la vivienda y con una vista espectacular del valle de Tumbaco y de las montañas colindantes, el Antisana principalmente.
El dúplex de 380 m² tiene como eje de diseño la biblioteca.
Desde esta estancia se ve al aeropuerto de Tababela como una perfecta línea de asfalto en medio de dos enormes cañones llenos de naturaleza.
La cocina es otro rincón que tiene alas para su dueño. ¿La razón? Carrión es un enamorado de la cocina y allí se desestresa preparando platillos para su familia, pues tanto su madre como sus cuatro hijos viven en ese edificio, cada uno en uno de los seis departamentos en los que se divide el edificio.
La cromática es otro de los aciertos del interiorismo. El blanco es omnipresente. Está en todas las paredes y techos. Con las oscuras estanterías de la biblioteca parece como agua para chocolate: la combinación perfecta.
El colorido de los muebles -hasta hay una coqueta poltrona de corte Shaby Chic- y los cuadros y adornos rompen el frío del blanco y dan calor, color y alegría al ambiente.
Afuera, en la parte oriental de la planta baja, la propuesta comunitaria incluye una cancha de indorfútbol, una casita de muñecas junto al árbol y hasta una cama elástica. En esa zona cobran forma las continuas reuniones familiares, porque los Carrión también son amantes del deporte.