La cuencana Miriam Carpio se demora tres días en elaborar al Danzante
de Pujilí. Fotos: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO
Con la técnica del punteado y repujado sobre aluminio reciclado, la cuencana Miriam Carpio elabora figuras de la Chola Cuencana, Diablo Huma, Danzante de Pujilí y otros personajes indígenas o de las celebraciones tradicionales del país.
Hace una década incursionó este oficio, que requiere de destreza para dibujar y dar forma al aluminio. Carpio también creó una colección de novias andinas, que son indígenas de las diferentes etnias de la Sierra. Son 10 y entre otras están las mujeres de Saraguro, Cañar, Otavalo…
Por lo general, tienen 20 centímetros de alto, pero pueden modificarse dependiendo del gusto del cliente, dice Carpio. Las figuras están paradas sobre bases de madera lacada.
Para elaborar y pintar las diferentes vestimentas, Carpio hizo una investigación de cada una de las prendas y accesorios de estas etnias. Ella utilizó libros, Internet y fotos.
En el pantalón del Diablo Huma emplea una técnica que se denomina picado y que consiste en recortar con tijera unas tiras muy finas de aluminio. Para armar un pantalón requiere de más 50 piezas pequeñas de tiras, dependiendo del tamaño del personaje. “Las tiras delgadas se asemejan a la lana de borrego de los pantalones”.
Las cholas cuencanas se comercializan entre USD 20 y 25 dependiendo del tamaño.
El Danzante de Pujilí, en cambio, tiene piedrería bordada sobre el aluminio. Según ella, es un trabajo complicado y debe ser preciso. Por ello, se demora tres días en elaborar uno de estos personajes.
Para terminar la Chola Cuencana, ella tarda dos días porque necesita que la pintura se seque completamente para dar forma a la pollera.
Hay dos modelos de cholas. Están las sentadas tejiendo o vendiendo sus productos y las paradas. Lucen las tradicionales polleras, el sombrero de paja toquilla, la blusa bordada y la macana.
Además, hay una variante que es una chola vestida de Virgen para los pesebres. Esta carga a un niño.
Carpio explica que para la técnica se requiere de un clavo y un pequeño martillo. Con esas herramientas hace puntos en el aluminio para que se asemeje al encaje de las prendas de vestir. “Los detalles no están sujetos a un molde sino a la creatividad inspirada en el personaje”.
En el punteado también se realizan pequeños huecos con el taladro, dependiendo el diseño que se esté plasmando. “Este punteado se hace a ambos lados del aluminio para lograr un mejor terminado y que parezca más real”.
El precio del Danzante de Pujilí es de USD 60.
Esta misma técnica aplica también en la elaboración de lámparas, faroles y los filos de los vestidos de las cholas.
En la técnica del repujado hay dos variantes. En la primera se usa un esfero y sirve para dar volumen a figuras pequeñas. En la otra se utiliza un mazo pequeño de madera, que se pasa por las láminas de aluminio, “para que se hinche. Se necesita pasar varias veces”.
En el caso de la pollera de la Chola Cuencana, manifiesta Carpio, se da volumen doblando la lata. Para ello, se utiliza un palo de chuzo para hacer los diferentes dobleces. “De acuerdo con las necesidades, uno realiza las herramientas”, señala la artesana.
El primer paso del proceso de elaboración es recortar las partes de cada una de las figuras. Después se deben aplicar las técnicas antes mencionadas. Posteriormente, se pegan las piezas y, finalmente, se pinta y una vez que está seco se realizan los dobleces.
Según Carpio, se utiliza pintura vitral, acrílicos, pinturas escarchadas, entre otras opciones. Se emplean tonalidades fuertes e intensas para lograr un contraste con el plomo de aluminio.
“Con las pinturas se logra que el adorno brille y no es necesario pasar lacas”. Ella recomienda tener cuidado con el sol para evitar un desgaste de la pintura con el tiempo.
El Diablo Huma cuesta de USD 60.