El acuerdo es ahora

Se necesita un acuerdo nacional. Por ello, es bienvenida la idea del Presidente de la República de un amplio diálogo sobre algunos puntos de convergencia. La propia iniciativa es un buen mensaje, porque mantiene la línea que Lenin Moreno planteó desde el inicio, de abandonar la imposición, el agravio, la amenaza y la manipulación como método de gobierno.

También es positivo que el Vicepresidente de la República esté al frente, porque ha dado pruebas de apertura y voluntad de dialogar.Los temas son relevantes: Educación; Seguridad Social; Competitividad, Innovación y Generación de Empleo; Democracia y Reforma Institucional; Sostenibilidad y Cambio Climático; Seguridad ciudadana; y, No Violencia y Prevención de Adicciones. Pero ahora hay que concretarlos para que los resultados sean aplicables y efectivos.

Sobre Educación, el primer tema propuesto, por ejemplo, no es suficiente hablar en general de calidad. Para que el acuerdo tenga algún sentido debe plantearse en serio la reforma educativa, en especial del bachillerato, que fue objeto de decisiones desastrosas en el anterior gobierno, tomadas por ignorancia, autoritarismo y corrupción.

Hay que revisar la naturaleza del bachillerato, que para el 90% del alumnado, ahora solo es un embudo que conduce a la universidad, que no tiene ni tendrá cupos suficientes para atender la demanda. Hay que diversificar las posibilidades de bachillerato, para que los estudiantes adquieran algunas competencias laborales, que les permitan tener algún trabajo una vez graduados, sin perder la posibilidad de acceso a la Educación Superior, que tiene que ser diversificada, de manera que se amplíe efectivamente el ingreso, que es uno de los problemas más serios del país.

También debe cambiar el contenido curricular del bachillerato, para que, como el Presidente de la República anunció, se incluyan Cívica, Educación en valores, realidad nacional, educación ambiental, historia y Geografía del Ecuador. Así se robustecerán el sentido nacional y la lucha contra la corrupción.

Sobre los otros temas, lo esencial es que se discutan alternativas. Por ejemplo, no basta hablar de la seguridad social sino proponer soluciones claras, para que la gente no especule con la elevación de la edad de jubilación a los ochenta años.

Respecto a la reforma laboral, se debe garantizar que habrá posibilidad de discutir todas las opciones y no la reducción los derechos de los trabajadores. Es muy mala seña, en este aspecto, que ya antes de que el diálogo se inicie, el Gobierno anuncie que ya tiene un proyecto de flexibilización laboral que enviará a la Legislatura en los próximos días.

La pregunta surge: ¿hay real voluntad de llegar a un acuerdo? Avancemos en una cultura del diálogo para robustecer el proyecto nacional. Y pronto. Porque el acuerdo es ahora.

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