La política ha perdido la razón. El que era rojo aparece azul y el azul en rojo. Lo que debería ser, no lo es, perdió identidad. O acaso sigue siéndolo pero con ropajes ajenos.
La reelección indefinida requiere real debate, no en función de a quién le conviene, sino tratar el para qué y situarlo en el país.
EE.UU. se impuso en NN.UU. y ahora está paralizada cuando debería encarnar al mundo y hacer equilibrio entre las principales potencias. Pues la vida internacional es aún la de las relaciones de fuerza de potencias. La regulación e institucionalización que crecen en el mundo se disputa con esta relación de fuerzas, la dependencia mutua con la mundialización no elimina que las potencias se impongan cuando se resquebrajan los contrapesos.
Las encuestas detectaron el auge de Avanza, pero sorprende su éxito en votos y puestos logrados, y por ser un partido político, en un sistema de partidos descompuestos.
Ganadores y perdedores se encierran en sus mundos, hechos de sus aspiraciones y pretensiones; no tienen espacio para la realidad. Los políticos tienen mucho de narcisistas, aún más cuando se es candidato y se pone en escena a decir a los demás lo formidable que él es. Que difícil resulta admitir que los otros no le han favorecido, el ego está en juego.
Hace falta agitar una monótona campaña electoral con pocas propuestas nuevas y sin debate, anclada que está a la continuidad de la campaña presidencial pasada, con su actor principal, que borra a los locales y los presenta en dependientes, devaluando así el sentido de ser representantes de sus localidades.
Una elección suscita interés, motiva por la cosa pública, invita a definirse ante candidatos y partidos; puede ser una escuela de la democracia y de formación cívica, de pensar en el colectivo y el bien común.
Los médicos lograron una exitosa protesta. A pesar de la masiva propaganda oficial contra ellos y de promover la imagen de ser el Gobierno el defensor del paciente, los argumentos de los médicos tienen consistencia y contra las amenazas diversas han logrado actuar mayoritariamente en conjunto, incluido con renuncias y protesta callejera. Tienen a su haber razones, organización, una expresión de la protesta fuera de las horas laborales con creativos símbolos lo que aumenta su legitimidad, además disponen de un poder social que les da capacidad de presión, debido a su rol frente a la vida o la muerte, y lo sensible que es para la población que se desestabilice su trabajo, al ponerlos de lado o impedir su desempeño. Por más que se pregone que son fáciles de reemplazar, por cubanos o europeos, en los hechos los médicos hospitalarios, sobre todo los especialistas, no son desplazables sin causar riesgos en los servicios de salud.
Un cambio sustantivo en Ecuador es el cambio de élites. Hay nuevas élites, no sólo porque en las entidades públicas se reemplaza a los sectores antes predominantes, sino porque en varios dominios de la vida social hay nuevas élites. No tanto porque hay nuevas generaciones en los puestos decisivos del Gobierno, sino que hay nuevas ideas y actitudes en sus funciones.
Es inquietante que periodistas ecuatorianos se organicen fuera del país, pero el Presidente con sus condenas y acusaciones termina por darles razón. Ratifica así que sí hay amenaza a la prensa, a periodistas que no comparten su posición.
La descentralización se ha vuelto una mancha. Ha perdido su sentido y futuro en los dedales de reglamentos burocráticos. Ya no es una dinámica de reconstitución de poder local, debido al nuevo centralismo. La campaña electoral para los poderes seccionales lo revela muy bien. Hay más pasión por controlar de arriba abajo y poco por definir una problemática de lo local, de un Gobierno de cercanía de la ciudadanía; más importancia se da a configurar gobiernos locales "maestros de obra" comandados desde arriba. Es el regreso a lo contrario de la descentralización, la pérdida de la autonomía local y de reforzar una sociedad local con proyecto propio, con una problemática de la vida ciudadana de cercanía que le refuerce.
¿Tiene Ecuador un gobierno que es hegemónico? Varios columnistas y diversas opiniones se refieren a una hegemonía del gobierno. La presencia y el notorio control del Ejecutivo sobre las demás funciones del Estado, como la justicia o los entes de control horizontal (Contraloría, Legislativo..), el peso electoral o el de sus posiciones en los medios, por propaganda interpuesta o no o por amenaza, pueden llevar a esa idea.
2013 es el año de la consolidación del gobierno de Correa, por su aplastante victoria electoral, por la descomposición de la oposición y porque en Alianza País ya no hay espacio para disidencias de las posiciones del Presidente, sino la sanción se hace y con el silencio predomina una línea, por cambiante, consistente o incoherente sea esta, en sí misma o en relación a restos de ideología o principios y proyectos anteriores. La política está reducida a una voz cantante que la limita a la gestión.
La reforma de la educación es un programa estrella del gobierno, acaso el dominio en el que mayor esfuerzo institucional existe para modernizarla. Había mucho que cambiar, requería ideas, voluntad política y recursos. Podemos disentir sobre ciertos aspectos de cómo se la realiza o sobre algunas de sus metas u objetivos, pero al fin se marcó un terreno de cambios indispensables. Uno de ellos era hacer verdaderas universidades y transformar a la mayoría de ellas que eran colegios secundarios grandes, de pésima calidad; dedicadas unas a hacer simplemente dinero barato multiplicando cursos, diplomas sin valor; otras en destrucción por el clientelismo político, controladas por élites que priorizaron mantenerse, gracias a las rentas universitarias, antes que con un proyecto de calidad educativa. Empobrecían a la sociedad con falsos profesionales.
Los romanos, Atila y otros tantos están en nuestras memorias como los temibles ganadores que cuando ganaban sus guerras tenían todos los derechos sobre bienes, vidas y destinos de los perdedores. Fue antes que las luchas sociales creen los derechos de la persona, también los derechos del enemigo o del otro guerrero; al igual que el pluralismo.
¿Por qué ahora nos esmeramos en desperdiciar la experiencia? El conocimiento es acumulación de experiencias. No sólo porque la ciencia es acumulación de hechos, constantes y diferencias, para encontrar fenómenos y procesos, sino para construir ideas y saberes sobre estos.
Vencer el cáncer ya no es excepcional. Los medicamentos ya no son tan destructivos como hasta recientemente en que uno quedaba casi sólo para ver pasar la vida. Son también más eficaces con el órgano afectado. No siempre es sinónimo de muerte. Pero ese conocimiento no garantiza saber enfrentarlo, es otra cosa vivirlo. Para empezar, uno debe convencerse de que tiene la horrible enfermedad, no que el análisis y el diagnóstico son errados, un modo común de torear la desgracia. Los que ya la vivieron recomiendan primero asumir la enfermedad; aprender de serenidad, amor a la vida y a sí mismo.
Un triste espectáculo dio la Legislatura venezolana al otorgarle plenos poderes a un Presidente sin rumbo y que se aferra a decretar milagros.
'Hay al menos dos padres de familia en cada aula que venden droga", me dice el director de escuela en un suburbio guayaquileño. Habló con los narco-expendedores para que "al menos" no den droga a los niños. Pero la meta, como en Colombia, es crear así consumidores, demanda y personas sometidas al sistema narco .
Ante la caricatura del burócrata indolente, desconsiderado de los tiempos y recursos ciudadanos, el ciudadano común se alegró de la simplificación de trámites y costos de los mismos. Fue el inicio del auge reformista actual. Con el tiempo y el incremento de controles, se vuelve a las quejas por tanto papeleo y de a poco por costos y multas por poca cosa.