Panamá: memorias devueltas

Era la década del 80 y yo una joven profesora entusiasta, sin pelos en la lengua. La Universidad Católica de Quito –la entonces Facultad de Ciencias de la Educación- recibía alumnos de todos los sectores; uno de aquellos pocos lugares en una universidad privada que lo hacía. El ambiente solía ser amable y relajado hasta que llegaron los años de la presidencia de Febres Cordero. Se empezó a sentir un ambiente viscoso, extraño, resbaladizo. Algunos alumnos advirtieron que las clases estaban siendo grabadas; que había gente “infiltrada”, que los docentes debíamos tener cuidado y observar mucho.

¡Detener la debacle universitaria!

Vivimos con zozobra la debacle de la universidad ecuatoriana. Los académicos vemos cómo se van desarmando procesos educativos e investigativos creativos, democracias participativas, ambientes laborales relativamente estables y otros. Según una investigación de este año del Dr. Jan Feyen, ex profesor de la Universidad Católica de Lovaina, en la que estudia 11 universidades ecuatorianas, concluye que son dos las causas: la politización frente a la calidad de la educación y el recorte presupuestario. Añadiría: falta de pertinencia de los contenidos. Propone el reducir el número de universidades (de 30 a 10-15) y aumentar el de estudiantes al recurrir de manera más dinámica al audio y las tecnologías modernas. Yo añadiría: el abrir carreras medias que surgen de los troncos universitarios (i.e. topógrafos o constructores, plomería o electricidad desde las facultades de arquitectura o ingeniería). Muchos estudiantes no perderían tiempo y dinero en la carrera completa y podrían insertarse con

Ser articulista

En pocos días cumplo una década como articulista en este querido Diario. Siento la necesidad y el deber de contarles qué me mueve a escribir un ensayo; es decir, la cocina detrás del guiso.

La vocación de un país

Un paro con múltiples frentes y al parecer con agendas diversas; aún imposible de develar con responsabilidad lo que supone en términos políticos, económicos o sociales y que estalla tras un represamiento de ofertas no cumplidas o resueltas a modo de bacheo. Creo que muchos no nos atrevemos aún a hacer un análisis de fondo mientras se atiende a la inmediatez y violencia de las protestas. Permítanme sumarme a una de las artistas que considero prioritaria para nuestro país y que se manifestó el día de ayer con gran presencia de actores, organizaciones sociales (Conaie, Fenocin, CNC y otros). Se trata del sector campesino, un sector cuyas demandas se han atendido erráticamente sin la voluntad política de llevar a cabo y comunicar adecuadamente una reforma agraria integral y de soberanía alimentaria cuando la vocación central de nuestro país es precisamente esta: ser agrario, pesquero y agroindustrial.

Comunidad y hospedaje temporal

La abrupta quiebra en estos días del turoperador británico Thomas Cook, especializado en los paquetes “todo en uno” y el segundo más fuerte del mundo, así como el cierre de muchos hoteles pequeños en diferentes lugares, nos hace pensar que este sector está en crisis y nos obliga a mirar con atención las ofertas paralelas, en el presente caso, alternativas de hospedaje. Un punto antes de comenzar: el hotel es, ha sido siempre, un aislante, un lugar aséptico que no te reúne con la comunidad a la que llegas, salvo con la gente de servicio. Además, de acuerdo a una serie de mecanismos de publicidad turística, conducen al visitante por lugares y operadores ya establecidos.

¿Reina de belleza o rey banano?

Los certámenes de belleza, de reinas de belleza, han ido quedando cada vez más estrechos. Son espacios de discriminación y generación de violencia simbólica. Los impedimentos para participar o seguir en el “reinado” han creado condiciones de exclusión que rayan en la estupidez: no a la maternidad durante el reinado, medidas corporales que obligan a las interfectas a pasar por la talla de cirujanos hábiles, mantenerse solteras, no engordar, ni envejecer. La participación en uno que otro concurso, de calvas, sordas, de piernas robóticas, tatuajes en la entrepierna, o… candidatas transgénero, convierten a esta práctica en supuestamente “más inclusiva”, acorde con las nuevas modalidades que sortea el capital y que se “venden” como políticamente aceptables.

Llorar la muerte

Llegan los infernales días de la primavera cubana, cuaresma incluida; suenan y mueven los fuertes vientos calientes del sur. Ha muerto una profesora de química, Lissette. Se cuelan no solo los vientos sino una depresiva sensación de que todo lo que toca un policía acarrea el signo de muerte, maldición, traición, chantajes o abusos.

Museos: Cenicientas de la cultura

Celebramos nuevamente el Día de los Museos. Una marcha pública en Cuenca, un seminario en Quito sobre “Museos, historia pública y políticas culturales” (Universidad Andina), alguno que otro comentario en los medios. Supongo que a estas alturas del partido estaremos de acuerdo en que los museos no son solo “depositarios de bienes muebles representativos del patrimonio cultural de la nación”; y por extensión a lo anterior, tampoco son “lugares de relatos de nación y memoria colectiva”. Son, o deberían ser espacios “activistas” desde donde se anime al debate, se tensione y cuestione precisamente la noción –entre otras- de “nación”, una noción del romanticismo decimonónico que no existe más cuando vivimos la mayor porosidad de fronteras en la historia mundial y nos anima o debe animarnos más bien un diálogo multivocal que va más allá de la política local.

¿Por quién lloramos?

Hace pocos días Oscar Vela, compañero de opinión, escribió un hermoso artículo sobre sus relaciones de vida, viajes, literatura y Notre Dame. Como él, muchos lamentaron la pérdida parcial de tan valiosa joya, patrimonio de la humanidad, nos dice Unesco. Las noticias de entorno en medios convencionales y redes no dejaron de transmitir durante horas el suceso y de hacer eco de millares de seres que lloraban, literal y metafóricamente.

Botánica en campus universitario

Uno de los aspectos centrales de vivir el claustro universitario en su verdadera dimensión, es el entorno natural. Grandes y prestigiosas universidades del mundo programan sus aulas y centros comunitarios considerando el diseño y contenido verde de sus campus, un añadido que no solo “afecta” a su propia población sino que se convierte en pulmón verde de la ciudad.