Juan Cuvi, en su nota “Febres-correísmo”, (6-01-2017), dice: “El caso de Charly Pareja desnuda la obscenidad del poder. Nada ha cambiado en este país; y nada cambiará mientras se reproduzcan los mismos patrones de ejercicio de la política…”. “…El común de los ecuatorianos nos preguntamos cómo un conspicuo dirigente socialcristiano pudo hacer negocios con la empresa pública de hidrocarburos durante tanto tiempo. Y a vista y paciencia de las autoridades. ¿O es que ahora saldrán a decir que no sabían de quién se trataba?”
Con oportunidad de las elecciones se puede constatar que los conocidos “conspicuos” participantes en la política –entre ellos, algunos que han sido seriamente cuestionados o que han tenido problemas con la justicia- ya se encuentran inscritos como candidatos, imbuidos por una incomparable audacia, pretenden, a través de un discurso mentiroso y demagógico, engatusar al elector con promesas de campaña que nunca se cumplen. Pues su paso por la representación elegidos, así lo demuestra: no ha dejado huella que se traduzca en obras o proyectos de ley que favorezcan al desarrollo de la comunidad, y, menos aún, haber impulsado la fiscalización.
Resulta grotesco y ofensivo para nuestra sociedad que estos malos ciudadanos que han hecho de la “politiquería” una forma de vida o de sustento, se atrevan sin reparo alguno a continuar en el “negocio”. De ello, se puede concluir que estos “camaleónicos mercenarios”, que cambian de bandera fácilmente, porque jamás han tenido un ideario político firme, no dudan en alinearse con la tendencia que, según sus cálculos, les represente mayores réditos económicos.
Entonces, somos los hombres y mujeres libres y altivos del país, ahora y mañana, quienes tenemos la responsabilidad de impedir que continúe este descalabro, y rechacemos masivamente, mediante el voto bien meditado y el repudio público, la presencia de los “vivos de siempre”.