En este mes de luto nacional para la mitad de ecuatorianos, por la terminación del último mandato presidencial han quedado muchas viudas y viudos que han encontrado maneras originales de expresar su dolor, su angustia y la desesperación por la inminente partida.
Contratistas beneficiados, periodistas en sequía reportando el escándalo semanal, burócratas aparcados en su zona de confort, funcionarios extrañando viáticos semanales, buenos hoteles y la mejor comida para acompañar a la troupé, coidearios que arrasaron con el santo y la limosna, jueces y fiscales esperando la orden de que decir o hacer, etc. son parte de las viudas inconsolables que no encuentran sosiego extrañando al difunto y a la década feriada.
Desde la vereda de enfrente, el pueblo, la ciudadanía apolítica, los comerciantes, los industriales comprometidos, la juventud, el obrero esforzado, el profesional digno y la gente a la que no le interesa recibir nada que no sea con su esfuerzo, contemplamos atónitos el cortejo, las muestras del llanto desgarrador y el crujir de las mandíbulas.Quedan huérfanas la corrupción, el estado de propaganda, el abuso y la intolerancia, la mitomanía, los elefantes blancos, que junto a las viudas esperarán ansiosas el primer mes de la partida para aliviar su dolor. Si el nuevo mandatario continúa como hasta ahora, al año, habrá suicidio colectivo.