Ante los llamados de la Iglesia Católica para que los ciudadanos reciban en paz y tranquilidad al Santo Padre, pienso que esto sería talvez posible siempre y cuando el presidente Rafael Correa dejara desde ya de agredir de palabra y obra a sus conciudadanos y también asistiera a los diversos actos como un católico más y no rodeado de cientos de guardaespaldas, militares y acólitos con su actitud desafiante y su sonrisita de que aquí el único que cuenta es él. Porque eso ya no es la verdad.
Fingir que en el país no pasa nada, solo para que eso crea el Papa y poner la basura bajo la alfombra por cinco días resulta denigrante para todos. Como ya hemos visto la calidad de persona del papa Francisco y su inteligencia, él no se va a tragar el cuento.
Si no quieren manifestaciones contra Correa en esos días, pues que guarde un nivel bien bajo, haga un mea culpa y se ponga a rectificar. Yo sé que eso es soñar.