Creer en videntes y adivinos es tan irracional como razonable es la carta del señor Pablo Jarrín V. (EL COMERCIO-2011-09-14). Los que se creen o dicen ser cristianos o católicos, deben acatar la Palabra de Dios: “Pero el día y la hora nadie sabe, ni aún los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre” (Mateo 24.36); es decir, nadie conoce el futuro; ni Jesús lo conocía -segunda persona de la trinidad- “solo mi Padre”. Esto se aplica a los profetas y agoreros que predicen la historia futura y se les designa como expertos, técnicos, analistas o economistas, sin que hasta ahora se cumplan sus pronósticos.