Por conocer y para comprobar lo que se afirma insistentemente sobre las carreteras, hice un par de breves recorridos; en la vía Panamericana, Norte y Sur, los trabajos de ampliación se están ejecutando -percibí un mayor avance en la sur hasta Riobamba-; y sí, hay una evidente mejora. Es de puntualizar que si se aparta un poco de la vía principal, el contraste es demasiado; me llamó la atención una callecita de tercer orden que une San Miguel de Bolívar con una zona alta de gran producción agrícola, estuvo casi intransitable y solamente con signos de haber recibido una capa de lastre en este verano, así, ¿cómo transportarán los productos? Por el sector del Litoral, provincia de Manabí, las vías principales de igual forma están siendo bien atendidas y faltan mucho las secundarias; me impresionaron las hermosas playas de la Ruta del Sol -Jama, por ejemplo-; pero, así mismo, los puntos negativos son la falta de infraestructura y de educación turísticas que permitirían aprovechar de buena manera esta inversión que está haciendo el país.
Mi opinión personal es que los rubros invertidos en vialidad sí constituyen un acierto; pero en un contexto de altos ingresos por el elevado precio del petróleo, principalmente, que ha tenido el Ecuador en estos últimos 5 años, es poco; y no porque no se hagan más obras físicas, sino porque un país marcha hacia la modernidad social y económica con una gestión gubernamental integral: Instituciones sólidas, políticas de estado serias cristalizadas en un manejo económico pragmático, política social de avanzada (educación, salud, medioambiente), seguridad jurídica, política internacional libre de prejuicios, legislación laboral que proteja a los gestores de la producción en bien de la productividad del país, etc. Cuánto me gustaría ver a mi Ecuador sin conflictos internos inútiles (pero “con buenas carreteras” dirán algunas personas), sino con la mirada puesta en un objetivo común: salir del subdesarrollo.