Muchos pueblos de Chimborazo, que revivían económica y productivamente con el paso del tren a vapor y luego a diésel, se encuentran anhelosos de volver a observar el paso de este medio de comunicación popular, que regulaba los costos en la transportación por carretera, porque era más barato el servicio de carga y pasajeros. Cuando niño, recuerdo que desde la salida de la estación de Riobamba, pasando por Cajabamba, Columbe, Guamote, Palmira, Tixán, Alausí, Pistishí, Chanchán, Huigra, Naranjapata, Ventura, Cumandá, Bucay, San Rafael, Naranjito, Venecia, Milagro, Yaguachi, Durán, todo era movimiento comercial e intercambio productivo, porque el tren dinamizaba la economía de las poblaciones por donde circulaba. Recuerdo a mi padre, Gerardo Lara Guijarro, comerciante por más de 30 años, viajando en los vagones de carga (jaulas) comercializando los productos de la Sierra para la Costa y viceversa. Tuvieron que transcurrir 31 años para que el actual Gobierno se interese en rehabilitar el sistema ferroviario. Antes solo se escuchaban ofrecimientos demagógicos.