Vergüenza
Siento una profunda vergüenza por el pueblo ecuatoriano; no por el Gobierno que se tambalea entre tanta política irracional y abusiva, que expresa complejo y resentimiento.
Siento vergüenza, al ver en los noticieros imágenes de la Segunda Vicepresidenta de la Asamblea Nacional, en pleno debate legislativo sobre el veto del Ejecutivo a la Ley de Galápagos, increpando a otros asambleístas cuestiones personales, que nada tienen que ver con sus funciones; menos aún de una autoridad. Provocaciones abiertas a otros asambleístas que también reaccionaron a los vituperios que dicha asambleísta les profería.
Cuesta creer que tantas leyes, que tantos impuestos se debatan y diriman en un ‘entorno’ tan escaso de razones técnico-jurídicas. Me produce un profunda vergüenza que allí, donde se debería ejercer el sistema fiscalizador de contrapesos, se ‘discuta’ en pleno griterío, cual placeras. Y, esto último, sin el menor ánimo de ofender a las personas que se ganan honestamente la vida.