A la nefasta sentencia contra el diario El Universo y sus directivos, al envío de droga a Italia en valija diplomática, etc., en estos días se sumó otra vergüenza para el país: el acuerdo mediante el cual la Asamblea Nacional condenaba el asesinato del Che Guevara, con un texto que contenía disparate y medio y provocó múltiples críticas y una que otra burla.
Por lo general se expiden resoluciones cuando se conmemora el centenario, el cincuentenario o la década de algún suceso, pero esta vez se le ocurrió a un inefable asambleísta presentar, de buenas a primeras, un proyecto de condena a la ejecución del mítico guerrillero argentino-cubano, ocurrida en Higueras, Bolivia, el 9 de octubre de 1967.
Lo sui géneris de este frustrado mensaje de protesta y solidaridad es que se manifiesta en uno de los considerandos que el comandante Guevara “fue asesinado cuando estaba vivo”, de lo que se desprende que los victimarios debían esperar que esté muerto para asesinarlo… En este punto viene a la memoria la perla del Chavo, clonada por un alto personaje del actual Gobierno, con oportunidad del 30S: “Primero muerto antes que perder la vida…”.
Se agrega en el documento, aprobado por 66 asambleístas, que el Che fue victimado por combatir la política neoliberal de los gobiernos de la primera ministra de Gran Bretaña, Margaret Thatcher y del presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, quienes en aquel tiempo todavía no desempeñaban esos cargos sino algunos años más tarde.
Sin embargo, cuando la prensa hizo notar esas meteduras de pata, que obligaron a anular de inmediato dicha resolución, el asambleísta Zevallos intentó lavarse las manos, achacándoles, como es costumbre, a los “periodistas mediocres y corruptos” haber tergiversado sus ideas…
Ha sido censurado en forma enérgica este gazapo que tenía trascendencia internacional, pues, debía ser divulgado en Cuba, Bolivia, etc. , donde esperaba lucirse su autor. Asimismo, se ha comentado cómo ninguno de los 66 legisladores que tuvieron en sus manos el texto que aprobaron sin reparos y, en especial, el Presidente de la Asamblea, que lo sometió a consideración, ni sus eruditos asesores no hayan caído en cuenta de los dislates que contenía.
La reacción de la ciudadanía ante el efímero acuerdo se refleja en las expresiones de dos lectores de este Diario en Cartas a la Dirección: “La más reciente producción literaria en el género zombi es aquella resolución de la Asamblea condenando la muerte del Che Guevara; lo aprobado por 66 votos hace que uno sienta vergüenza ajena…”.
Si algo positivo pudiera extraerse de la extravagancia legislativa es la lección de que para evitar bochornos de esta naturaleza, los autores y patrocinadores de algún proyecto de resolución previamente consulten y se documenten bien.