La campaña política en el país puso de moda el tema de “Ecuador se convertirá en Venezuela”, pero los últimos acontecimientos suscitados en las cárceles, y la posterior entrega de amenazas en diferentes medios de comunicación, sumado al repunte de muertes violentas, solo nos deja la pregunta: ¿Estamos realmente cerca de convertirnos en la nación caribeña, o más bien, ya vivimos en un Estado de decadencia política, social y moral?
Aparentemente existen mafias que controlan los centros de rehabilitación, con cómplices por todos lados, todos manchados con sangre, quizá por algún beneficio económico, quién sabe, ya no importa; quizá en su momento pensaron en darle una mano al delincuente y lo que en realidad le otorgaron fue poder.
Luego simplemente no pudieron escapar, quedaron atrapados, a lo mejor entre amenazas “O me ayudas o te mato”, decidieron continuar; armas, celulares, personas, entraban a los reclusorios sin control, como si se tratase de los reyes magos llevando sus ofrendas; y ante todo eso, la lucha por ver quién tiene más privilegios y poder, ya no solo dentro sino también afuera.
Hoy la sangre corre, y ahora hay que ver, cuál va a ser la nueva ‘normalidad’ a la que debemos adaptarnos, porque ya no es un virus la amenaza y tampoco se trata de una simple inseguridad, ahora se trata de vivir bajo el terror de que en cualquier momento el niño, adulto o anciano que está junto a nosotros, será secuestrado o asesinado directa o colateralmente. Todos somos potenciales víctimas y para esto no hay vacunas.
Les dieron más poder, y ahora no pueden huir, nadie puede, ni nosotros; solo se vislumbra un escenario caótico para Ecuador, lleno de enfermedad, corrupción, desorden civil, muerte e impunidad. Los políticos y delincuentes vivirán a sus anchas; los ciudadanos, aterrados y la prensa, silenciada.