Venezuela y su desgarradura

Una imagen desnuda la situación de Venezuela. En ella, un puente que divide una frontera; en el medio mujeres y hombres de rodillas con el rostro en tierra, escindidos entre una patria insuficiente y la necesidad de dejarlo todo.

Aunque comúnmente doblar las rodillas indica sometimiento, también es una manera de reconocer en oración los propios límites.

Cuatro millones de personas han dejado Venezuela, huyendo del peligro y la escasez. Así lo demostró el informe de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, cuya verdad es lapidaria: Nicolás Maduro dirige un régimen que tortura y empobrece. El informe habla de 5.287 muertes por “resistencia a la autoridad” en el 2018, según fuentes del propio gobierno.

Hasta el 31 de mayo de 2019, 793 personas han sido privadas arbitrariamente de la libertad. 1.557 personas habrían muerto entre noviembre de 2018 y febrero de 2019 debido a la falta de insumos médicos. Esto mientras el régimen niega la existencia de una crisis humanitaria, agravada por sanciones internacionales.

Uruguay y su presidente Tabaré Vázquez, con el apoyo de la UE, han planteado lo que parecería la “única salida”: elecciones libres y anticipadas para una Venezuela que se desgarra frente al abismo.