Primero, fuimos un país perteneciente a la Gran Colombia, el gran sueño de nuestro Libertador Simón Bolívar. Segundo, mucha gente venezolana ofrendó sus vidas en el destino de una América libertaria. Antonio José de Sucre es tan nuestro como de los venezolanos, se casó con una quiteña y nuestra moneda se llamó el Sucre, justamente en honor de este altísimo prohombre de la libertad a quien Bolívar le consideró como un hijo. Venezolanos también fueron Andrés Bello, hacedor del Código Civil y además gramático y; Carreño quien legó las “Normas de Urbanidad” para urbes afectuosas, respetuosas y hermanas de las buenas costumbres. Rómulo Gallegos el gran novelista de “Canaima”; y así cada ecuatoriano culto puede defender por lo menos unos diez nombres como mínimo de figuras alentadoras, notables. Los hermanos venezolanos que han venido son dignos, vienen huyendo del imposible vivir de la tiranía, de la mentira, del saqueo, de la economía devastada ¿Cómo no quererlos y recibirlos? Además, los que me he encontrado son trabajadores, corteses, deportistas, buenos comunicadores, francos y hasta alegres (no se olviden que están fuera de su país).