Viendo las desgarradoras escenas del desalojo ocurrido el pasado viernes, en el sector de Monte Sinaí, se me vino a la mente esta frase que Jesús le dijo al joven rico. Me puse a reflexionar con mi padre: qué diferente se ve el río cuando se está en la otra orilla.
Alguien del Régimen se detuvo a pensar ¿dónde pasarán la noche estas familias? ¿Qué va a pasar con los niños desalojados? Recojo la expresión de un morador: “Somos pobres, por eso estamos aquí”.
Para tumbar casas humildes de caña se utilizaron un poco más de 100 uniformados entre policías y militares, cerraron la avenida principal, dos helicópteros vigilaban la zona desde el aire, fueron preparados con ambulancias, la CTE desviaba el tráfico. Un macro operativo contra los pobres; pero los traficantes de tierra aún siguen libres.
Se pregona a los cuatro vientos que el ser humano está por encima del capital. ¿Cuánto gastó el país en mandar un cubo de 10 centímetros al espacio? ¿Cuánto se gasta en publicidad? ¿Cuánto costaría darles casas sencillas a estos ecuatorianos en otro sector? –lógicamente identificando a los verdaderos humildes-. Termino citando al Hijo de Dios: “Todo lo que le hagan a uno de los más chicos (pobres), a mí me lo hicieron”.