Salir a la tienda a comprar lo que hace falta en la alacena constituye un rito de paso. Entre el espacio privado (el hogar) y el público (la calle) nos encontramos con ese entrañable desconocido con quien, por un breve instante, no solo intercambiamos dinero por mercancías sino, además, compartimos conversaciones, miradas y gestos.
Se trata de un encuentro entre anónimos que probablemente no saben el nombre del otro. Sin embargo, se han conocido y continúan reconociéndose en la cotidianidad de la calle. El uno arraigado en el barrio de su residencia. El otro, por lo general, proveniente de un barrio lejano, pero con carta de naturalización en el barrio que le acoge.
“Veci, buenos días”, “buenas, veci”, etc. son expresiones de cercanía a pesar de las distancias; son frases que inspiran un sentimiento de comunidad. Estas alocuciones así como, las relaciones comunitarias que las sustentan pueden ser las precursoras de nuevas formas de convivencia dentro de una sociedad desgastada por la corrupción y el enfrentamiento entre clases sociales.
Parafraseando a Parker Palmer, las tensiones pueden abrirnos a nuevas interpretaciones de nosotros mismos y de nuestro mundo; el genio del corazón humano reside en su capacidad para utilizar estas tensiones para generar conocimiento, energía y nueva vida.