A propósito de la extraordinaria hazaña de nuestro compatriota Richard Carapaz, mi memoria se traslada a los años 70, cuando supervisando y fiscalizando con solvencia: técnica, ética y cívica la construcción de las obras hidroeléctricas del Inecel pioneras en el país , ya gritábamos “Arriba Ecuador que si podemos” cuando día a día, debíamos enfrentar a apergaminados profesionales extranjeros de las empresas constructoras transnacionales, en defensa de los sagrados intereses nacionales sin amilanarnos; el resultado está a la vista, obras de calidad (incólumes en el tiempo), con precios compatibles a los internacionales.
Es más, ya pensábamos en que las obras ecuatorianas deben ser construidas por ecuatorianos, técnicamente estamos preparados, el limitante puede ser el capital de operación, razón única por la que el Ecuador contrate con extranjeros la construcción de las obras, pero la Fiscalización nunca, porque “solo al que le cuesta le duele”. Sin embargo el espejismo de lo extranjero y la desmedida ambición de los políticos, han permitido la entrada de la gestión de fiscalización de afuera en las Instituciones del Estado y en los Gobiernos Seccionales; el resultado está a la vista, obras desastrosas en calidad y precio.